Evangelio lunes 19 de octubre

Lunes 19 de octubre de 2020 | Magdalena Fernández

19 de OCTUBRE de 2020

Evangelio según San Mateo Capitulo 12, 13-21.

Lunes de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario

Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?". Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'. Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'. Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".

Meditación de Magdalena Fernández Pérez

"La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas"

Dios Padre me dice: te preocupas demasiado por asegurar tu vida. Trabajo, ahorros, propiedades, inversiones... ninguna de estas cosas te va a dar seguridad. Todo puede desaparecer de un día para otro. La única seguridad verdadera la encontrarás en Mí. Yo siempre voy a estar contigo, sin importar lo que pase. Confía en mí, que no dejaré que pases hambre ni frío. Sigue mi Camino y te llenaré de lo que realmente importa en esta vida: paz, amor y plenitud. Aprende a poner tu corazón en lo que importa de verdad, para que no pierdas tu vida subiendo las cimas equivocadas.

Este año pude conocer a distintas personas que perdieron sus trabajos, que tuvieron que dejar el lugar en el que vivían por problemas económicos o renunciar a proyectos y sueños que tenían. Me da miedo lo frágil que puede ser la economía, y me genera angustia no tener un trabajo estable ni muchos bienes materiales. Dios Padre viene a tranquilizarme, a decirme que estando a su lado, todo estará bien. Hay cosas más importantes que la riqueza material. Y sé que Dios no se olvidará de sus promesas. ¿Cómo podría permitir, un Padre Amoroso, que me pierda en el sufrimiento? Sé que mi Dios no me dejará sola.

Señor, te pido que no me dejes nunca. Así como vistes a las flores del campo y alimentas a las aves silvestres, acuérdate de mí. Lléname de las riquezas que verdaderamente importan en este mundo. Una familia que viva en tu amor, relaciones honestas y profundas, un trabajo que me permita colaborar en la creación de un mundo más justo. Empápame de tu Amor, y nada me hará falta. Enséñame a poner mi cabeza y mi corazón en las cosas que realmente importan, y a no permitir que la angustia ni el miedo se apoderen de mí.

AMÉN

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