Evangelio martes 20 de octubre

Martes 20 de octubre de 2020 | Juan Francisco Bravo

20 de OCTUBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 12, 35 - 38.

Martes de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario

Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas, y sed como ésos que esperan a que su señor vuelva de la boda para abrirle en cuanto llegue y llame. Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre velando. Os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa e irá a sirviéndolos uno tras otro. Que venga en la segunda o en la tercera vigilia, ¡dichosos ellos, si los encuentra así!

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre velando.

Las escena que describo se parece a la última cena. Pero la última cena, es permanente. Si uds. vigilan, si están despiertos y con la cintura ceñida, como en la salida de Egipto de los israelitas, entonces me recibirán, los serviré y entrarán en profunda comunión conmigo y entre Uds. El estado de vigilia es de alerta. No quedarse dormidos en los laureles porque hicieron unas pocas cosas buenas. Es estar disponible para lo que el Padre les pida, y eso en cada momento de la vida cotidiana.

En la vida hay dos extremos en que uno puede caer: tener un temor grande de Dios y vivir una vida de escrúpulos, de terror a que Dios lo condene a uno, como si su objetivo fuera condenarnos. El otro extremo es tener una confianza desordenada, y porque uno confía en que Dios nos ama, dejarse estar, caer en mediocridades y pecados, no luchar contra la pequeñez repetida, y por eso abusar de la misericordia de Dios. Ni lo uno ni lo otro: vigilar siempre, porque Dios nos ama, y responderle con esfuerzo, aunque sea limitado, no abusando de la confianza.

Querido Jesús, tu conoces de que estamos hechos, pero te duele nuestra pequeñez abusadora, esa aceptación pasiva de lo que uno es, no esforzándose nunca por cambiar, aunque uno vuelva a caer. Dame Señor, por intercesión de tu Madre, la gracia de crecer siempre en la confianza en tu amor infinito, pero también en responder a ese amor, con mi lucha cotidiana por la santidad hasta en las cosas más pequeñas y sencillas de la vida diaria.Bendito seas por siempre Señor.

AMÉN

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