Evangelio martes 27 de octubre

Martes 27 de octubre de 2020 | Juan Francisco Bravo

27 de OCTUBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 13, 18 - 21.

Martes de la Trigésima Semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Hasta que fermentó toda la masa

Siento que Jesús me dice: "Ven conmigo a estar. Quédate aquí, en el presente, como se quedó Pedro en el Tabor, extasiado. El Reino de Dios es el milagro invisible. Lo esencial es invisible a los ojos. Masa y levadura. Vívelo y permanece aquí. No necesitas llegar a conclusiones, no necesitas predicar a tus hermanos, no necesitas que los demás se alimenten de tu meditación. Tú medita y permanece ahí, en la imagen que se te da por el Espíritu. Tú ven y experimenta este instante, el ahora, y participa de esta visión que te estoy regalando; esta visión de harina, masa, manos, texturas, olor, cocina, hogar, comunión. Quédate en eso y siente. Eso es todo."

Me siento transportado a la imagen de la masa y la levadura. Siento el calor de la masa mientras mis manos la amasan, el olor de la levadura y la harina, la humedad de la masa que estoy moldeando, estirando... y experimento el milagro de estos pequeños microorganismos que llenan la masa de aire. Que esponjan. CO2, metabolismo, vida. Que hacen suave y mullida una masa que, si no, sería inerte y granítica. Y, así, permanezco en la experiencia de ese algo más que microbiano: cultural, poético y religioso. Humano. Así me quedo, sonriendo y adorando frente a Dios: todo está perfecto. Siempre estuvo así.

Señor, gracias por regalarme esta oración tan linda. Ayúdame a permanecer en Ti, y que Tú permanezcas en mí. O, más bien, a darme cuenta de que siempre permanecemos el uno en el otro. Que tu Espíritu en mi vida sea una presencia invisible y poderosa que, aunque parezca silenciosa, cambie todo... inunde todo. Dame la sabiduría y la paciencia para volver a ti, a la levadura de mi vida, a la experiencia del presente, a la ecuanimidad de aprender a observar, observarme y, en medio de esa maravilla, no poder menos que adorarte. Te quiero con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi ser.

AMÉN

Comentarios
Total comentarios: 1
27/10/2020 - 10:24:33  
Me parece que el sr Bravo no captó la enseñanza de este evangelio.

Amalia
Las condes
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