Evangelio sábado 24 de octubre

Sábado 24 de octubre de 2020 | Gonzalo Manzano

24 de OCTUBRE del 2020

Evangelio según San Lucas capítulo 13, 1 - 9.

Sábado de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario

En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera". Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás".

Meditación de Gonzalo Manzano González.

"Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré."

Jesús parece decirme: Incluso con sus pequeñeces y debilidades, los quiero. Claro, quiero que mejoren, que busquen la santidad, quiero que cuando vean a sus hermanos, sólo piensen en regalarles alegrías; pero sé que se encuentran expuestos a múltiples tentaciones, y el que las crea es hábil y tramposo. Por eso, con el Padre y el Espíritu les dimos la oportunidad de redimirse, por medio de mi sangre derramada en la Cruz. Así, le pedí directamente al Padre que los dejara este año, para abonarlos y así que dieran fruto.

El inicio de la lectura me habla como si las desgracias que sufrimos fueran consecuencia de nuestros errores, como si Dios fuese tan vengativo como para maldecir a sus criaturas. Y en realidad, nos ama tanto que mandó a su Hijo para dar su vida en rescate de nuestras almas pecadoras. Y así y todo, pareciera que me esfuerzo por no dar frutos. Claro que a veces hasta yo me doy cuenta de lo feliz que hago a Dios, pero tengo certeza de que son las menos de las veces, donde hasta a mi mismo me da pena.

Señor Jesús, no merezco tanto amor, pero Tú me lo sigues regalando igualmente. ¿Qué he hecho yo para que quieras dármelo? ¿Qué te ha motivado a ello? No sé realmente, y quizás sólo cuando esté en tu presencia, si es que soy digno, podré entender todo. Sólo espero dar aunque sea un fruto que te alegre, Señor, y así ganar un atisbo de tu Gracia Divina. Madre querida, edúcame desde tu Santuario para entender lo que realmente alegra a tu Hijo, y así desvivirme por encontrarlo en medio de este mundo, y en la siguiente vida.

AMÉN

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