Evangelio sábado 27 de abril

Sábado 27 de abril de 2019 | Gonzalo Manzano

27 de ABRIL del 2019

Evangelio según San Marcos, capítulo 16, 9 – 15

Sábado de la Octava de Pascua

Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Tampoco les creyeron"

Jesús parece decirme: Muchos han dado testimonio de Mí, y muy pocos les han creído. Es fuerte ver cómo el hombre se cierra a la realidad de ser salvado. E irónicamente, todos me decían que me bajara de la Cruz, y en vez de bajarme de ella, resucité. La humanidad es ingrata, incrédula y hasta inconsecuente, pero no por eso voy a dejar de amarla y a dar mi vida por ella. Es más, la humanidad es aquella oveja perdida por la que dejo a las 99 restantes, para ir en su búsqueda. Yo abrí las puertas del Paraíso a ustedes, que estaban cerradas luego del Pecado Original. Los invito a pasar por ellas.

Cristo murió y resucitó para darnos la posibilidad de salvarnos y compartir con Él la Gloria de Dios. Ya pagó nuestras deudas y sólo nos resta darle las gracias, pero nosotros en nuestra soberbia, asumimos que no necesitamos de Él para ser felices. Cuando escuché el relato de la Pasión en el Domingo de Ramos, me indignaba la actitud de los que presenciaban el martirio en la Cruz. Y ahora, luego de resucitado, me asombra la ceguera con que los hombres nos enfrentamos con la oportunidad de ser realmente felices. Quiero abrir mis ojos a la Resurrección, e iluminar mi vida con la luz del Cuerpo Glorioso del Resucitado.

Señor Jesús, Cordero de Dios que quitaste el pecado del mundo, te adoro en tu Gloria, por habernos abierto las puertas del Cielo. Libertador de la humanidad, que nos sacaste de la esclavitud del Pecado, renueva en mí y en mi familia, mis amigos, mis conocidos, el don de la fe, y deja que mi oración por ellos sea suficiente para que ellos se abran a la felicidad que quieres mostrarles. Si ellos no creen, si ellos no piden para tener esa fe, acepta mi oración a nombre de ellos, para que no se queden fuera de la verdadera felicidad.

AMÉN

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