Mensaje Pascual del P. Mariano Irureta
Schoenstatt en salida - Schoenstatt de la Pascua
Martes 14 de marzo de 2017
Schoenstatt en salida
Schoenstatt de la Pascua
Bellavista, 24 de abril de 2017
Queridos Hermanos en la Alianza:
Reciban todos desde el Santuario Cenáculo de Bellavista este saludo de Pascua. En la Noche Santa de la Vigilia Pascual los tuve a todos muy presente, con mucha gratitud por toda vuestra entrega, compromiso y fidelidad con nuestros terruños a lo largo del país y con la misión de nuestra querida Mater y de nuestro Padre Fundador.
La semana que pasó, celebramos el gran Día de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, la cual nos ha introducido de lleno en estos días de Pascua. Este tiempo queremos celebrarlo con alegría y júbilo, uniéndonos a María en nuestra Alianza de Amor para ser como Ella, testigos y misioneros de la Resurrección.
Nuestra vida de Alianza nos impulsa a ser signos vivos de la Pascua de Jesús en los tiempos de hoy. La Pascua no está terminada; se ha cumplido en Cristo, pero todavía tiene que cumplirse en nosotros como nos lo enseña nuestro Padre y Fundador con su vida y herencia, invitándonos a ser un “hombre nuevo pascual”: “El hombre pascual es el hombre de la luz y la alegría de saber que Dios nos quiere y tiene en sus manos las riendas de nuestra vida”. Desde nuestros Santuarios y Ermitas estamos llamados a ser “Familias de la Pascua”.
La familia de la Pascua es la familia de la luz. No se enciende la luz para guardarla debajo de la cama. Se enciende para que ilumine nuestro camino, para que brille ante los hombres y penetre la oscuridad de nuestro tiempo. Ser luz del Señor y de la Mater es vivir comprometidamente, por medio de la Fe práctica en la Divina Providencia, los senderos de la historia cotidiana y concreta de mi realidad personal, de mi ciudad y país.
La familia de la Pascua es la familia de la alegría. La alegría debe ser la atmósfera y el ambiente que debe reinar en nuestras familias, en nuestros Santuarios y Ermitas, donde nos regalamos mutuamente los bienes que hemos recibido. No olvidemos que “Dios ama al que da con alegría”. Nuestra alegría aumenta cuando la hacemos misionera y llevamos el amor afectivo y efectivo de la Alianza a todos.
La familia de la Pascua es la familia de la esperanza. No nos apoyamos en nosotros mismos ni en nuestras debilidades y limitaciones. Nos apoyamos en la semilla que el amor de Dios ha sembrado en nuestros corazones y vida; nos apoyamos en la promesa que hemos recibido y en la fidelidad de la Santísima Virgen y del Resucitado:
“Con gusto me estableceré en medio de Ustedes y distribuiré abundantes dones y gracias…y desde aquí atraeré los corazones jóvenes hacia mí y los educaré como instrumentos aptos en mis manos” (Acta de Fundación). Y que esperanzadora promesa nos hizo en el Santuario Cenáculo de Bellavista, nuestro Padre y Fundador, para toda nuestra tierra chilena: “Tierra santa es ésta, porque la Sma. Virgen ha escogido este terruño…desde este lugar saldrán, crecerán y trabajarán fecundamente hombres santos…desde aquí se impondrán santas tareas, es decir, tareas que santifican, sobre débiles hombros.” (Homilía del 31 de Mayo). Esta promesa nos tienen que impulsar a ser esperanza para muchos, sembrando y cosechando semillas de pascua.
La familia de la Pascua es la familia de la comunión. No caminamos solos. No estamos llamados a la soledad, sino a la comunión. Cuántas fuerzas perdemos en pequeñas rencillas y discusiones por temas de poder o por no sentirnos suficientemente valorados e integrados. No olvidemos que parte esencial de nuestra vida la plasmamos y forjamos en solidaridad con otros. La misericordia es el camino, seguro y expresión de la comunión. Estamos llamados a gestar en todas partes, ambientes de fraternidad a través de los vínculos de la misericordia, que siempre son personales, profundos, permanentes y perseverantes (4 P).
Creemos que, a través de la Alianza de Amor y de la misión del 31 de Mayo que nos confiara nuestro Padre y Fundador, hemos recibido una misión y una gran tarea de parte de Dios y de la Sma Virgen en un tiempo difícil y decisivo. Que este tiempo de Pascua desate de nuevo todos los sueños anidados en nuestras Familias a lo largo del país y nos renueve en este espíritu para ser una Familia de la Pascua y hacer más realidad el “Schoenstatt en salida”.
Les renuevo mi gratitud y los acompaño desde el Santuario Cenáculo de Bellavista con mi oración y apoyo, vuestro hermano en la Alianza,
P. Mariano
“Creemos que se nos dará la gloria y la dicha de la resurrección,
y que un día, iguales a Cristo transfigurado,
viviremos plenos y radiantes en cuerpo y alma”. (HP)
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