¿QUE ES LA MUJER? UNA PROMESA DE DIOS PARA LA HUMANIDAD (PJK)

Esta edición queremos dedicarla a la mujer, ya que este año se celebran los 100 años de su llegada e integración en Schoenstatt. Nuestro padre y fundador lo recuerda:

"¿Cómo comenzó a organizarse la rama femenina? (...) Se cuentan algunas fábulas sobre el tema como, por ejemplo, que yo no deseaba esa fundación. No es cierto; la dificultad consistía en armonizar esta fundación con la historia y la sensibilidad de la comunidad de los Padres Pallotinos. ¿Con qué ojos verían ellos la fundación de la rama femenina? Para mí la integración de la mujer en la organización global del Movimiento era algo evidente. Pero había que resolver dos cuestiones: en primer lugar, justificar y hacerlo en consonancia con el pensamiento de Vicente Pallotti. Y, en segundo lugar, ponerse de acuerdo sobre cómo incorporar y organizar gradualmente a los nuevos miembros" (PK, 1 de enero de 1940).

Podríamos decir que hace 100 años oficialmente, porque la mujer llegó mucho antes, a través de la Mater el año 1912 "...bajo la protección de María queremos aprender a autoeducarnos para llegar a ser personalidades recias, libres y apostólicas", y se estableció definitivamente el 18 de octubre de 1914 al tomar posesión de la capillita y, por la alianza mutua, transformarla en un santuario y lugar de peregrinación. No cabe duda que esa presencia y esa alianza, significaron para los primeros una experiencia vital del mundo femenino: la Virgen María dejó su trono y las alturas, se mostró como madre y educadora, compañera y colaboradora, humana y divina, contención e impulso en medio de la vida concreta del seminario y del campo de batalla después.

El padre hace un homenaje a la mujer, alabando su llegada:

"¿Qué sería de Schoenstatt sin nuestro mundo femenino?... Agradezco a todo el cielo que en aquella ocasión nos abrió la puertecita; que tuvimos el coraje de pasar por la rendija y con eso de abrirla para millares y millares de personas del sexo femenino, que ahora llegaron a embellecer nuestra Familia y, de cierto modo, lo seguirán haciendo eternamente."

Hoy vivimos un tiempo de un necesario protagonismo femenino y, si bien, su irrupción fue coyuntural (violencia contra la mujer, discriminación de la mujer, Me Too, movimientos feministas, las tesis), no cabe duda que superando toda polarización ideológica o pendular, estamos ante la posibilidad de una experiencia de mundo y humanidad renovadas, porque el mundo necesita una mirada y conducción integradora e integrada, que supere categorías competitivas y unilaterales. La bi-unidad masculina/femenina, maternal/paternal, que encuentra su fuente en Dios, también debemos reflejarla en nuestros vínculos y en los espacios de relación y plasmación.

Desde el punto de vista de nuestro carisma y misión el desafío es mayúsculo, porque necesitamos poner nuestros ideales femeninos en diálogo con esta nueva realidad. Hablar de su "ser maternal, virginal y filial", así como de "toda alma, toda pureza y toda entrega", "hija, madre y esposa", "colaboradora" "inmaculada", pueden no entenderse, incluso mirarse como antagónicos con la nueva imagen de mujer.

A través de ellos necesitamos redescubrir acentos, rasgos, elementos y, sobre todo, un espíritu que pueda impregnar, complementar e iluminar la realidad. Si los analizamos desde una perspectiva tradicional de la mujer no ofrecen toda su riqueza, tampoco si los miramos cosísticamente. Se trata de un espíritu y una atmósfera, que están llamado a plasmarse en los vínculos, en las ideas, en los espacios, en las relaciones, en las actividades y en las cosas concretas.

Hace tiempo que, tanto en la sociedad como en la espiritualidad, se habla de "lo femenino" como una interpelación no sólo complementaria sino unitiva de la realidad y sus relaciones. Tiene que ver con la conexión empática, tiene que ver con la mirada integradora, tiene que ver con la fidelidad y la permanencia, tiene que ver con la formas y maneras de alcanzar los objetivos, tiene que ver con la vida, sus procesos y su complejidad.

Hoy también en nuestra Familia necesitamos reflexionar acerca de la mujer, no sólo para agradecer su protagonismo y entrega a lo largo de los años, sino también porque en el núcleo del cuestionamiento actual que vivimos está la relación de la mujer con la figura paterna, en la que el ser hija como experiencia religiosa y existencial es un camino para la plena autonomía, libertad y entrega de sí y no un signo de dependencia o infantilismo.

La Mater será siempre nuestra escuela: viviendo todas las dimensiones del ser femenino, adelantada a su tiempo, protagonista de la historia y en la que ser mujer, hija, virgen, madre, esposa, compañera y colaboradora no se contraponen al varón ni se viven en las catacumbas, sino en los caminos, en las calles, entre las personas, al pie de la cruz, en medio de los apóstoles y en la vida misma. Todo un signo para la mujer contemporánea, inserta en las más variadas dimensiones de la vida familiar, laboral, ciudadana, eclesial, social y comunitaria.

El P. Kentenich nos ilumina en esta renovada comprensión y protagonismo de la mujer:

"¿Qué es la mujer? Una promesa de Dios a la humanidad. En la mujer, Dios le ha hecho una promesa sumamente grande a la humanidad. Ella debe ser una imagen de su entrega y amor ilimitados, de un amor que se dona como un torrente infinito y sobreabundante" (PK, "Mujer, eres promesa").

P. Juan Pablo Rovegno Michell

Dirección Nacional del Movimiento

Schoenstatt - Chile