BENDITA TECNOLOGÍA- Jesús Ginés O.

| Jesús Ginés Jesús Ginés

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Gracias al eremitismo – o sea nuestra vida obligada de ermitaños o eremitas- nos hemos venido a dar cuenta de la maravilla que significa para la comunicación toda esa serie de artefactos de pantalla, desde la grande del televisor a la minúscula del teléfono móvil o celular que llevamos con nosotros, al igual que las llaves, los pañuelos desechables o los zapatos. Esta idea me la sugiere uno de mis lectores que es mi maestro en temas electrónicos – Ramón-, uno de los cuatro ingenieros que comparten grupo de matrimonios conmigo.


Hay que dar gracias a Dios porque estos mensajes alados de la comunicación instantánea que nos traen y llevan letras, conversación, fotografías, videos y hasta la viva figura de nuestros interlocutores, nos hacen el encierro indudablemente más llevadero. Nunca en mi vida había hablado con uno de ustedes (vosotros) cuarenta minutos seguidos, sin que se cayera la comunicación, el sonido perfecto y el sentimiento de afecto que va naciendo entre los interlocutores. ¡Qué maravilla! ¡Qué gracia más grande, pues aunque paguemos algo por este servicio, nos da la sensación de que estos artefactos son un regalo permanente. Debo confesar que me he venido a reconciliar con muchos programas de televisión que me traen recuerdos del pasado en películas, partidos de futbol o tenis, reportajes de la historia y hasta alguna que otra noticia local e internacional sobre el virus que nos tiene como estamos. Reconozco que la parte informativa la reduzco a lo esencial, por higiene mental y me abstengo de seguir a los opinólogos que han nacido como callampas (setas). Tal vez, me atrevo a pensar, porque no me dejan hablar a mí.


Estimados lectores, amigos del alma que soportáis por cuarta vez esta ginesería que es un pequeño desahogo de quien como ustedes (vosotros) se encuentra confinado esperando que se levante la veda universal de movimientos. Invito a agradecer al Señor por habernos dado tantos hombres inteligentes y capaces de hacernos tan simple y al mismo tiempo tan maravillosa esta comunicación. Gracias de nuevo a Ramón por soplarme la idea.

Jesús Ginés Ortega

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