Día X-2 Mes de María - La Virgen María y la Autoridad de Dios Padre - Ignacio Retamal -

La Virgen María y la Autoridad de Dios Padre

Ignacio Retamal Fariña

 

Meditación: Ignacio Retamal Fariña

La Virgen María y la Autoridad de Dios Padre

En la actualidad nos cuesta la relación con la autoridad, sea la del padre de familia, del gerente, del gobernante, del sacerdote o incluso con Dios. Nuestras experiencias de la autoridad han sido muchas veces duras y frustrantes, pues se considera que la autoridad atenta contra los principios modernos de la libertad. A consecuencia de ello se deja de lado cualquier manifestación de autoridad que pueda ser ignorada y reemplazada, y esto es uno de los grandes problemas del país graficado como la ausencia o la debilidad de sus figuras de autoridad. María estaba especialmente capacitada para comprender este aspecto del misterio de Jesús, este misterio del Buen Pastor y de la verdadera autoridad. Porque como Madre suya, se sentía compartiendo con el Padre la hermosa tarea de cuidarlo, de promoverlo. Por eso se interesaba vivamente en todo lo que Jesús decía sobre Dios Padre. Y así poder ir convirtiéndolo también en el Señor de su propia vida. Por eso María posee un carisma especial para acercarnos al Padre, sabe abrirnos a su corazón. Como imagen para entrar a este misterio, podemos decir que en toda familia es la madre la que ayuda a los hijos a conocer a su padre. Igual sucede en la Familia de Dios: María nos regala una especial sensibilidad de hijos. Y ésta nos permite descubrir el verdadero rostro del Padre tal como resplandece reflejado en Jesús Buen Pastor. Al mismo tiempo, la Santísima Virgen es capaz de ayudarnos a superar las dificultades del hombre de hoy frente a la autoridad y con ello iluminar verdaderamente a la paternidad. Esto acontece en el misterio de que María es capaz de educar autoridades y personalidades paternales según el modelo de Jesús Buen Pastor. Ella nos hace comprender que la autoridad no es, en primer lugar, poder de mando, sino de servicio a la vida. Que su tarea es ayudar a madurar y crecer a los que les han sido confiados. Y la autoridad ayuda a crecer en la medida en que estimula y apoya la iniciativa de los otros: con su consejo, su ejemplo, su preocupación personal. Para ello es fundamental que sepa delegar y compartir responsabilidades: porque el hombre crece cuando participa. María es capaz de restaurar el sentido original de la autoridad y paternidad como poder vivificante. Así vuelve a hacernos amable la figura de Dios Padre, nos redescubre el gozo de ser sus hijos amados y posibilita que volvamos a ser hermanos. De este modo, María hace posible la comunión de amor que vino a establecer Jesús entre los hombres y con el Padre de los cielos. La Virgen quiere ayudarnos a hacernos más hijos y más hermanos, a redescubrir a Dios Padre como modelo de una autoridad que libera, que da vida, que une y ayuda a crecer. Por eso María nos permite descubrir la alegría de ser hijos del Padre en Cristo, de depender de su amor bondadoso y fuerte. Y que en su corazón paternal podamos reconocer a todos los hombres como nuestros hermanos y poder acercarnos a una concepción integral de nosotros mismos, crecer en nuestra relación con el mundo y con Dios Padre. De esta forma, poder comprender verazmente a nuestros padres y autoridades -en el hogar, en el trabajo, en el país y en la Iglesia- para que junto a estos lugares de autoridad prestemos un servicio paternal según el espíritu y modelo de Dios nuestro Padre.   Oración Final ¡Oh María, Madre de Jesús nuestro Salvador y nuestra buena madre! Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de agradecerte y solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo que, en vista de sus méritos y a nombre su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud, que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará en su corazón y el tuyo.Que confunda a los enemigos de tu Iglesia, y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de tu ardiente caridad; que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.