Evangelio domingo 25 de agosto

Domingo 25 de agosto de 2019 | Juan Enrique Coeymans

25 de AGOSTO del 2019

Evangelio según San Lucas capítulo 13, 22 - 30

Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".

Pareciera que el Señor nos dice: mis palabras pueden aparecer muy duras. Pero no se olviden del contexto: me estaba refiriendo a Israel, mi propio pueblo, que después de aplaudirme me crucificó. Había una concepción de lo preferido de mi Padre que era Israel que los llevaba a enorgullecerse de esa preferencia y a excluir y despreciar a los demás pueblos. Eso tenía que eliminarlo de sus almas, por eso los últimos, que son los otros pueblos, podrán ser los primeros. Así con Uds. hoy, sean humildes, no desprecien a nadie, porque al llegar al Reino definitivo, se llevarán muchas sorpresas.

La humildad es la virtud que todos reconocemos como muy importante, pero aparte de valorarla, no es mucho lo que hacemos en concreto para ser humildes de verdad. Cuando no se nos toma en cuenta, cuando nos hieren hablando mentiras de nosotros, cuando se nos desprecia, nos duele enormemente y nos olvidamos que ser humilde tiene tres grados: es saberse pequeño, en segundo grado que los demás nos consideren pequeños y en tercer grado que nos traten de acuerdo a nuestra pequeñez. Qué lejos estoy de ser humilde en mi vida diaria.

Señor Jesús, perdona mi soberbia, mi orgullo, mi vanidad y todo lo que me hace olvidar que soy pequeño. Que soy un pecador redimido por tu sangre preciosísima. Dame la gracia como nos lo enseñó el Siervo de Dios José Kentenich, de no asombrarme de mi miseria personal, de no deprimirme por eso, y de no acostumbrarme a mis pecados. Limpia mi corazón con espíritu de misericordia para la pequeñez de los demás, y haz que en mi corazón, como en el corazón de tu Madre Santísima solo haya gratitud ante tu amor y el del Padre y el Espíritu Santo, y como fruto de esa gratitud, aprenda a ser humilde seriamente.

AMÉN

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