Evangelio domingo 3 de diciembre

Domingo 3 de diciembre de 2023 | Juan Francisco Bravo

3 de diciembre de 2023

Evangelio según San Marcos 13, 33-37

Primer domingo del tiempo de Adviento

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 'Mirad, velad: pues no sabéis cuándo es el tiempo. Será como un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al anochecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga de repente y os halle durmiendo. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!'

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Velen y estén preparados".

Siento que Jesús me dice: "Es difícil perseverar. Yo les hablo hoy, a través de esta parábola, de los hombres que saben velar y estar preparados. Muchas veces ustedes ponen el foco en mis siervos que no son fieles. Pero yo los invito ahora a buscar ejemplos cercanos de personas que saben esperar y que han sido fieles a Mí. Seguro que los conocen. Son los más sencillos, los que hacen menos aspavientos o los que perseveran por más tiempo. Velen ustedes también con ellos, y estén preparados."

Los textos de hoy día me hablan del hombre que espera a Dios. Y, en lo personal, así como la parábola de las vírgenes me habla de una espera femenina, este texto me acerca a una imagen de espera masculina. He tenido la suerte de conocer a muchos hombres que esperan en el Señor y que para mí son un ejemplo vivo de filialidad y hombría. También he podido conocerlos en momentos de debilidad, cuando los he visto disminuidos de su grandeza: miserables y apocados. Pero, sobre todo, los he visto ponerse de pie. Algunos lo han hecho en procesos que duran varios años, y que me llenan de alegría y orgullo. Me gusta ver que, en esta época que la Iglesia ha sido tan vilipendiada, el ejemplo de estos varones sencillos es para mí una guía poderosa y elocuente.

Te alabo, Señor, porque no solo nos hablas a través de los textos sagrados, sino que también –y con qué elocuencia- a través de nuestros hermanos. Gracias por el testimonio varonil de tantos hombres que has puesto en mi camino. Bendice a estas personas, y acrecienta esa sencillez estoica y filial que he descubierto en ellos. Enséñame ese espíritu de servicio desinteresado que nunca espera recompensa ni reconocimiento. Edúcame para el amor que solo quiere darse y buscar el bien del otro. Ayúdame a despertar cuando me quedo dormido en tu vigilia.

AMÉN

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