Evangelio domingo 31 de octubre

Sábado 30 de octubre de 2021 | Juan Enrique Coeymans

31 de OCTUBRE del 2021

Evangelio según San Marcos, capítulo 12, 18b - 34

Trigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Meditación de Juan Enrique Coeymans

Vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios

Pareciera que el Señor Jesús nos dice: "Esta escena del Evangelio es de las más fundamentales. Por una parte los conecta a ustedes, mis discípulos, con la fe de Israel, el Antiguo Testamento y, por otra parte, los centra en lo que es fundamental. A veces ustedes se concentran en las formas, pero se olvidan de lo fundamental: que el amor a Dios se expresa en el amor a los hermanos y son esos dos mandamientos un único y gran fundamento de la vida.

En la vida, tan rápida y llena de solicitudes que tenemos en nuestra época, es fácil descentrarse y olvidar las cosas fundamentales. Y este olvido tiene fundamento en la precariedad de mi vida de oración, en que algunas cosas las mantengo día a día, pero hay muchas veces desorden. Pero debo recordar que la oración es una parte del mandamiento del amor a Dios, porque sin el complemento del amor al prójimo queda trunco.

Querido Señor Jesús, esta es la ocasión, como en tantas otras oportunidades, para pedir tu perdón y tu amor misericordioso conmigo. Perdona mi superficialidad y mi falta de disciplina para vivir correctamente el amor a Dios y a los hermanos. Dame la gracia de no olvidar día a día que Tu y el Padre y el Espíritu Santo me quieren con un amor infinito, y como respuesta a ese amor, amar y servir al prójimo en mi vida cotidiana.

AMÉN

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