Evangelio domingo 9 de abril

Domingo 9 de abril de 2023 | Juan Francisco Bravo

9 de ABRIL del 2023

Evangelio según San Juan capítulo 20, 1 - 9

Domingo de Resurrección.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

"El también vio y creyó".

Pareciera que Jesús me dice: "Así como a mis discípulos les pasó, me gustaría que les pasara a ustedes. Me gustaría que corrieran a ver qué pasó con mi cadáver. Que puedan enfrentar esta incertidumbre –esta incredulidad- que tienen. Y que cuando no encuentren un cadáver, puedan confiar en sus propias intuiciones. Que puedan escuchar sus corazones. Que puedan vivir sin una demostración para todo lo que hacen. En este evangelio yo los invito a correr hacia los milagros, y a aceptarlos como tal."

Este texto siempre me ha llamado la atención. Es ridículo pensar que Juan creyera que el hecho de no encontrar el cadáver de Jesús era suficiente evidencia para la resurrección. Siendo él tan inteligente –recordar que es el autor del evangelio y del apocalipsis- y habiendo tantas hipótesis alternativas, él debe de haber sabido que había otras opciones. Juan no creyó por motivos racionales, sino que le creyó a su propio corazón. Y cuando pienso en esto, me doy cuenta que me gustaría ser como él. No sólo me gustaría ser tan despejado y sabio, sino que tan intuitivo y profundo. Me gustaría aprender, como Juan, a creerle a mi corazón.

Querido Jesús, gracias por la lógica. Gracias porque nos das inteligencia para discernir verdades de mentiras, y que la podemos ocupar para entender, discernir y escudriñar. Pero sobre todo, gracias por la intuición que nos regalas. Gracias porque nos haces personas completas, con sentimientos y objetividades, no computadores súper programados. Enséñanos a ser como tus discípulos: como Juan que corre a encontrarse con tu victoria salvadora, y como Pedro que no necesita pensar antes de abalanzarse sobre tu tumba. Yo quiero aprender a usar mi intuición y a creerle a mi corazón. Dame fe.

AMÉN

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