Evangelio martes 13 de abril
Martes 13 de abril de 2021 | Juan Francisco Bravo13 de ABRIL de 2021
Evangelio según San Juan 3, 7b - 15.
Martes de la Segunda Semana del Tiempo de Pascua
No te extrañes de que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu". "¿Cómo es posible todo esto?", le volvió a preguntar Nicodemo. Jesús le respondió: "¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
Tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
Es como si Jesús me dijera: "Esta voz de la Providencia, que no sabes de dónde viene ni adónde va, es una voz cariñosa. Es una voz que trae bien para ti. ¿Hay aprehensiones porque no sabes el origen? Sea. ¿Hay ansiedad porque no sabes adónde va a llevarte si la sigues? Sea. Pero también debes saber que el viento va a venir y va a seguir aun cuando no estés pendiente de él. Entonces saltar de confianza no es seguir al viento, porque el viento va a seguir independiente de tu actitud hacia él. El verdadero salto de bondad es de aceptación. Aceptar que lo que venga será fruto de la bondad y es bueno para ti."
Así ha sido mi encuentro con Dios. Oigo su voz, pero no sé de donde viene ni adónde va. Y seguir esa voz, que es una voz tan querida, resulta siempre una aventura. No la conozco y siempre es nueva. Y no solo eso, sino que además, cuando me habla de mí mismo, también me sorprende y me hace reconocer cosas nuevas. Hoy quiero escuchar el llamado de la voz de Dios, que es como el viento. Y, al hacerlo, no desesperarme ni llenarme de ansiedad por no saber adónde me va a llevar. Está aquí, me está hablando y yo estoy escuchando. Y es buena para mí.
Jesús, gracias por este mensaje que me hacía tanta falta. Quiero agradecerte la oportunidad de renacer de lo alto, renacer desde la confianza y la infancia espiritual. Déjame abandonarme en tu Providencia. Gracias por dejar tanta profundidad y belleza en tus escrituras. Gracias también por llamarme y cuidarme. Gracias por regalarme un poco de conciencia de que todo está bien y que tú estás conmigo. Te ofrezco mi alegría y mi confianza. Voy a trabajar, caminar, reír, comer y bailar lleno de tranquilidad. Acompáñame en lo cotidiano.
AMÉN