Evangelio martes 3 de Febrero

Martes 3 de marzo de 2020 | Juan Francisco Bravo

3 de MARZO del 2020

Evangelio según San Mateo, capítulo 6, 7 - 15

Martes de la Primera Semana del Tiempo de Cuaresma

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Cuando oren, no hablen mucho

Es como si Dios Padre me dijera a mí de forma muy especial: "Cuando ores no uses tantas palabras. Yo sé lo que está en lo secreto. Yo sé lo que necesitas. Yo sé lo que quieres. Aprende a rezar para alinearte con lo más alto, no para alinear lo más alto contigo. Así que reza con sencillez, con silencio, con admiración. Y, en ocasiones, apóyate en las oraciones de la tradición, en la liturgia; no para repetir inconscientemente, sino que para incorporar en ti, en el centro de tu corazón, la oración que ha sido depurada por tantos siglos."

Este texto me llama a sacudirme de las formas de rezar que más me acomodan. Me invita a ir más allá. Me he estado acostumbrando a rezar solo, en silencio, de noche y sin textos, lo que me ha resultado fecundo para discernir y clarificar. Pero que muchas veces se queda en palabrería, en buenas intenciones: divago, no concreto. Me he comprado la manía que tiene nuestra actualidad de huir de oraciones memorizadas, de temer a la tradición, de rehuir de la inspiración que han recibido otros hombres. Este texto, que muestra el Padrenuestro, me llama a ir en dirección contraria y rezar aprovechando la riqueza de la oración en la iglesia.

Padre Santo y querido, Padre Bueno, que la oración que eleve a Ti sea agradable a tus ojos. Muéstrame cómo presentarme ante Ti con las ofrendas que tú valoras. Enséñame a rezar como han rezado los más antiguos, los que ya recorrieron el camino. Dame la humildad para reconocer que no siempre tengo las palabras justas, y que otros sí han recibido la inspiración como un regalo tuyo. Te ofrezco durante esta cuaresma rezar un Rosario cada día lenta y tranquilamente.

AMÉN

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