Evangelio miércoles 21 de febrero

Miércoles 21 de febrero de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga

21 de febrero de 2024

Evangelio según Lucas 11, 29-32

Primer miércoles de cuaresma

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos.

"Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación"

Siento como si el Señor me dijera "no necesitas viajar en el tiempo para ver grandes milagros obrados por Mí o por grandes santos; tampoco necesitas ver grandes signos, apariciones o fenómenos sobrenaturales para saber que Yo estoy aquí, en el mundo, cerca de ti. Yo soy el "Dios entre ustedes", que me hago presente en tu vida diaria. Si abres tu corazón y te das el tiempo de observar tu día, verás que yo siempre estoy ahí, acompañándote, llamándote. No esperes más signos que este para buscarme, para convertirte".

Con frecuencia me frustro o me enojo con Dios por sentir que está ausente o lejano, esperando tal vez que ante algún gran problema o crisis aparezca para solucionarlo, casi mágicamente. Ante esas situaciones suelo optar por alejarme, lo cual me muestra lo débil de mi fe y mi necesidad de conversión. Jesús incluso trata de "malvados" a quienes piden grandes signos, como si su presencia entre nosotros no bastara. En este mundo donde dudar y ser escéptico parece ser lo más sensato, qué difícil es entregarme, purificar la mirada y ver a Cristo siempre presente.

Señor, quiero poder acercarme a Ti sin cuestionar todo, sin guardar distancias, confiando en que Tú estás en la brisa suave de los encuentros cotidianos, del servicio a otros, del contacto con la naturaleza, en la sencillez de una oración: en todo aquello que nos eleva y nos muestra tu rostro de Amor. En este tiempo de Cuaresma, regálame el hacer silencio, dejar el bullicio que me distrae, para poder cambiar la mirada y convertir mi corazón, para poder sentir tu permanente presencia en mi vida y en la de quienes pones delante de mí.

AMÉN

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