Evangelio sábado 10 de febrero

Viernes 9 de febrero de 2024 | Gonzalo Manzano

10 de febrero de 2024

Santa Escolástica

Evangelio según San Marcos 1, 29-39

Quinto sábado del Tiempo Ordinario

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Le replicaron sus discípulos: «¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete.» Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos"

Jesús parece decirme: Esta es la muestra del milagro de la Eucaristía. Yo me parto y comparto con ustedes cada día, y alcanza para todos, e incluso sobra. Mi Sacrificio es suficiente para el perdón de los pecados de todos los hombres, porque todos pueden salvarse a través de Mí, porque ¡Yo soy el camino, la verdad y la vida! Este milagro se reproduce todos los días, en el altar de la Misa, para que a través Mío ustedes accedan a la gloria de Dios. Yo no tengo ninguna necesidad de darme ni de encontrarme con ustedes en la Comunión, son sus almas las que necesitan del alimento verdadero, ese que les permitirá llegar hasta el Padre y los hará felices por siempre.

No se me había ocurrido cómo el milagro de la multiplicación de los panes es en sí el aviso de la Eucaristía, donde Cristo se ofrece día a día. Él ya les había dado a sus hermanos todas las señales, y les dio aquel pan milagroso que no se acaba y que sacia siempre. ¿Será que me estoy perdiendo este regalo del Señor? Todos los días me estoy levantando y tengo la oportunidad de compartir la Misa con Él, y yo muy torpemente me la pierdo. Creo que ya es hora de hacerme cargo de esto, se podría decir incluso que ya estoy atrasado, pero sé que Él no me juzga si me arrepiento y enmiendo mi error.

Señor Jesús, no quiero defraudarte más. He sido perezoso en mejorar mi cercanía contigo, con el pretexto de estar cansado o con la cabeza llena de cosas. No quiero seguir así, y de verdad quiero hacerte feliz, y quiero ser feliz también a tu lado. Mírame con compasión, Señor, porque he reconocido mi error y quiero corregirlo. Que tu Madre Inmaculada sea la que me enriele cuando me salgo del camino, porque no quiero seguir perdiendo estas bendiciones que día a día me ofreces para mi propia salvación. Te agradezco por tenerme tanta paciencia, sobre todo cuando dejo que mis pequeñeces gobiernen mi voluntad.

AMÉN.

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