Evangelio sábado 2 de julio

Sábado 2 de julio de 2022 | Gonzalo Manzano

2 DE JULIO DEL 2022

Evangelio según San Mateo capítulo 9, 14 - 17

Sábado de la Décimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos?"

Jesús parece decirme: Hoy en día, luego de todo este tiempo, sigo con ustedes, incluso en cuerpo presente. La Eucaristía es justo eso: tenerme a Mí con ustedes, en su corazón. El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vive para siempre, y dejará de necesitar alimentos del mundo, ¿no? Si crees en eso, el ayuno y los sacrificios que puedas hacer no son para Mí, sino que en verdad son ejercicios que te ayudan a ser mejor persona. Yo no gano nada con tu dolor, sino que eres tú quien gana con ellos, tanto para educar tu cuerpo y espíritu, como también como Capital de Gracias para mi Madre.

Me cuesta equilibrar o entender cómo Jesús vino a "cumplir la ley antigua", y al mismo tiempo, a "traer una nueva ley". Claro, su nueva ley no es otra que la Nueva Alianza, la definitiva, sellada con su muerte y Resurrección, pero entonces ¿lo que había antes está caducado? Muchas veces no conversan ambos textos, entonces me confundo. Creo que es un misterio que no entenderé hasta encontrarme con Él; y mientras tanto, mejor me dedico a auto educarme y a mejorar todas las pequeñeces que me acompañan. Sólo eso ya es suficiente trabajo, como para andar preocupándome más de algo que comprenderé sólo frente a Él.

Señor Jesús, te alabo y te agradezco todas las bendiciones que me has regalado. Te agradezco también por las dificultades que has puesto en mi camino, y todas esas cosas que me obligan a vencerme día a día, para ir un poco más allá, y acercarme cada vez más a Ti. Sé que no puedo solo, y Tú me has prometido acompañarme junto a tu Madre, por lo que no puedo sino llenarme de alegría, y caminar contigo en esta vida loca. Madre querida, tú que me tienes una paciencia infinita, échame una mano para ser fiel a mi Alianza contigo, y así regalarte mis sacrificios diarios para gloria de tu Hijo.

AMÉN

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