Evangelio sábado 20 de febrero
Sábado 20 de febrero de 2021 | Gonzalo Manzano20 de FEBRERO del 2020
Evangelio según San Lucas, capítulo 5, 27 - 32.
Sábado después de Ceniza
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?". Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Meditación de Gonzalo Manzano González
"Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos".
Jesús parece decirme: Muchos me buscan porque necesitan algo, de hecho, es la gran mayoría de ustedes. Sin embargo, jamás me he encontrado con gente más arrepentida y agradecida que aquellos pecadores que necesitan perdón. El arrepentimiento no sólo trae humildad, sino que trae también la luz al final del túnel, que tiene la bendición de la redención. Esta alegría de encontrar el final del sufrimiento a través del perdón de mi Padre y de mi propia Sangre. Por eso es que tantos pecadores se acercan a Mí, porque para ellos soy la Esperanza de un futuro feliz.
Para mí, este camino de arrepentimiento siempre va cuesta arriba. No es fácil, porque requiere la fuerza de voluntad para pedir perdón, reconocer nuestros errores, y sobre todo, asumir mi vulnerabilidad de cara al único que puede arreglar mi vida. Y la única forma de dejar de subir, es retroceder y volver a caer hacia el mismo hoyo. Me pasa tanto, sobre todo en aquellas cosas que de tanto caer en ellas se han hecho habituales. Ahí el trabajo es más intenso, y me cuesta más levantar la cabeza hacia Cristo que me espera.
Señor Jesús, mis malos hábitos son como un lastre pesado, que no me deja despegar mis pies del suelo. Sé que me llamas, que me invitas todos los días a seguirte, pero me cuesta mucho desatarme a ellos. Y tampoco quiero resetear mi historia, porque no quiero perder todo lo bueno que me has ayudado a construir. Sólo enséñame a limpiar mi casa. Dame por favor las herramientas que me permiten ir liberándome de estas ataduras, para comenzar a ascender hasta Ti. Tengo el resto de mi vida para hacerlo, pero no dejes que pierda el tiempo para acercarme a Ti.
AMÉN