Evangelio sábado 25 de junio

Viernes 24 de junio de 2022 | Gonzalo Manzano

25 DE JUNIO DEL 2022

Evangelio según San Mateo capítulo 2, 41 - 51

Corazón Inmaculado de la Virgen María. Memoria Obligatoria

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Al tercer día, lo hallaron en el Templo"

Jesús parece decirme: Este momento tiene múltiples mensajes. Es primero un aviso de lo que vendrá, así como la oportunidad de entender que más allá de la preocupación y el dolor, estoy Yo, esperándote a que llegues por Mí. Este es hoy el principal sentido que tiene, ya que no hay conflicto o aflicción que no me tenga a Mí por recompensa u objetivo final. Te invito a buscarme, a que no te rindas, porque Yo estoy esperándote y, a pesar de las dificultades, siempre podrás acudir a Mí.

Jesús se comporta justo como un niño desobediente. Claro, en su divinidad, está haciendo lo que agrada a su Padre, pero a costa del sufrimiento y el dolor de María y José. Creo que me costaría mucho pasar tres días buscándolo, sólo confiando en que aparecerá tarde o temprano. El desafío de buscarlo incansablemente y encontrarlo en la Iglesia es un símbolo poderoso, al menos para mí. Jesús está en la Eucaristía esperándome, y yo me doy vueltas y vueltas, sin ir por Él de una vez.

Señor Jesús, hoy me llamas a buscarte, y me prometes que te encontraré, sobre todo en el Altar. Hoy como padre comprendo la angustia que debieron haber sentido María y José, pero logro entender también que estás siempre disponible para nosotros si te vamos a buscar de corazón en los Sacramentos. Quiero frecuentar más esta oportunidad de tenerte en mi corazón, consagrado y dispuesto para mi propia santidad. No quiero perderme una bendición tan grande y, sin embargo, no la aprovecho todo lo que podría, conformándome sólo con el domingo. Te ofrezco ir a misa más veces, aparte del fin de semana.

AMÉN

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