La vocación universal a la santidad

Iniciar este mes con la fiesta de Todos los Santos es un excelente invitación a meditar acerca de la santidad, a la cual todos estamos llamados. No dejes de leer el editorial de noviembre escrito por el p. Guillermo Carmona.

Domingo 6 de noviembre de 2016 | P. Guillermo Carmona

Iniciar este mes con la fiesta de Todos los Santos es un excelente invitación a meditar acerca de la santidad. Se trata de mirar la vocación a la que fuimos llamados desde el bautismo y poner la proa de nuestro barco personal hacia esa meta que nos regala plenitud. El Concilio Vaticano II habló de "la vocación universal a la santidad", que no es otra que la vivencia del amor en grado heroico. Cuando Jesús afirmó que vino a traer vida y vida en plenitud (Juan 10,10), estaba anunciando la razón de su Encarnación, su entrega y su Pascua, pero también el camino que nosotros debemos recorrer: salir del Padre, vivir la experiencia humana y volver al regazo de Dios, Uno y Trino. Allí Jesús nos espera y nos prepara una morada, junto a su Madre y a los Santos, intercesores y ejemplos para nosotros que aún estamos en camino.

Desde hace unos años, la Familia de Buenos Aires se reúne en la Catedral Metropolitana los 18 de noviembre para compartir la Eucaristía con el Pastor de la Diócesis o alguno de sus Vicarios. Es una convocatoria para quienes nos sentimos hijos de la Iglesia en esta Arquidiócesis, signada ahora con el recuerdo siempre presente y actuante del Papa Francisco. Nuestra presencia allí será un signo de compromiso con Schoenstatt y con la Iglesia Diocesana.

Por otra parte, dos hechos marcarán un fin y un inicio en este mes: la partida del P. Facundo a Roma, para trabajar -junto a otros dos argentinos, los Padres Andrés y Beltrán- en la Parroquia Santos Francisco y Catalina, a cargo de los Padres de Schoenstatt. El segundo hecho, es el cierre de la casa María Reina de Belgrano, la cual albergó encuentros y jornadas de la Familia de la zona.

Ambos hechos me recuerdan que, como peregrinos que somos, vamos transitando el dinamismo de la vida desprendiéndonos de lugares, de cosas, de personas; son etapas que se cierran y nos invitan a agradecer lo vivido, y a ponernos en camino frente a nuevos desafíos. Es parte de la sal de la vida, la sal de la tierra!

Deseándoles un bendecido mes, que nos preparará para el tiempo del Adviento, los saludo y bendigo, en el corazón del Padre Fundador y de nuestra Madre.

Fuente: Facebook Schoenstatt Argentina.

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