Mes de María

  Oración inicial Oh! María, durante el bello mes que te está consagrado todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de ...

Ignacio Retamal Fariña

Oración inicial Oh! María, durante el bello mes que te está consagrado todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡Oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies es la de sus virtudes.Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos deseos y miradas, aún la sombra misma del mal.La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.¡Oh María!, has producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes. Que ellas broten, florezcan y den al fin fruto de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres.Amén. Meditación Ignacio Retamal Fariña. Ver con los ojos de María El problema para contactarnos con el Dios de la vida no radica sólo en la adversidad del clima en que vivimos, la dificultad está cuando percibo que Dios me necesita al servicio de otros sin antes haberme sentido acogido, protegido y cuidado en forma individual y personal por Dios. Hoy reflexionemos de qué manera María nos puede ayudar en esta dificultad, en este no percibir a Dios en el día a día.El sentimiento de vida: me siento tan ciego, se puede producir cuando miramos nuestro día y no descubrimos nada que nos refleje lo que Dios nos quiso decir. Tuvimos tal vez muchas impresiones, pero todo apenas nos tocó porque ya sobrevenía otra impresión. Entonces se experimenta un gran vacío, porque en nada de lo que vivimos podemos decir: silencioso y paternal te vemos detrás de cada suceso. Esto no se puede cambiar con un acto de voluntad. Por eso, la elaboración del día es un trabajo de anhelo: Mater, ¡toca mis ojos para que pueda ver! Mira tú el día junto conmigo para que comience a brillar. De esta manera se hace concreta la Alianza de Amor: yo le regalo mis ojos a María Santísima, para que Ella me regale sus ojos. Y así como Ella en la Anunciación pudo ver en el Ángel un mensajero de Dios, así también podamos -con sus ojos- descubrir los mensajeros de Dios en nuestra vida cotidiana.Aparece claro cómo la figura de la Virgen no defrauda esperanza alguna profunda de los hombres de nuestro tiempo y les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor: artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones." (MC, 2:37)Schoenstatt ha acogido el don mariano. Nos hemos alimentado de él. Estamos conscientes de que todo lo que ha sucedido en Schoenstatt tiene su raíz en el descubrir con los ojos de María nuestra vida cotidiana. Pero también estamos conscientes de que aún no hemos terminado de abarcar y proclamar toda la riqueza que este don entraña para toda la Iglesia   Oración Final ¡Oh María, Madre de Jesús nuestro Salvador y nuestra buena madre! Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de agradecerte y solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo que, en vista de sus méritos y a nombre su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud, que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará en su corazón y el tuyo.Que confunda a los enemigos de tu Iglesia, y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de tu ardiente caridad; que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.