Pasos como campanas: Resonancias de Mario Hiriart (parte 2)

Continuamos con el Ciclo "Pasos como campanas: Resonancias de Mario Hiriart". En esta ocasión Amelia Peirone nos presenta un singular paralelo entre Mario y el gran escritor ruso Fiódor Dostoyevski.

Martes 6 de septiembre de 2016 | Amelia Peirone

Fiódor Dostoyevski expresó asertiva y claramente: “Quien genera a un hijo aún no es un padre. Un padre es quien genera un hijo y se vuelve digno de tal”.

Era una certeza y una búsqueda personal del gran escritor ruso. Nos puede resultar llamativo, ya que este hombre célebre no era un igualmente célebre dechado de virtudes. Jugador, con esposa y varias compañeras e hijos, sin embargo, buscaba ardorosamente ser un cristiano convencido.

Se puede decir que en su actuar personal era pendular. Nosotros vamos a ver dónde llega el movimiento del péndulo de esa afirmación inquietante y magnífica.

El Mario Hirart de nuestras historias gustaba pensar las cosas más profundas a dos puntas o a todas las puntas posibles que llegara a descubrir. Es del todo posible que él habría firmado sin dudar la declaración del novelista. Pero daba un paso más, y pensaba que no solo se es padre sino también se es cabalmente hijo por dignidad.

Así lo escribía: “Me amaste y lo he recibido todo de tus manos. Ahora, Padre, ven a bendecirme con el regalo de ser acogido en ti, de ser tu hijo, de hacerme digno de vivirlo... y elevarme agradecido hacia ti.”

Junto a unos compañeros, al terminar el día en la universidad, volvían a casa caminando y conversando, y Mario siempre iba gozando de la naturaleza, habitualmente por el costado del cerro Santa Lucía. Al ritmo de esos pasos sin tanto apuro y de esos pensamientos compartidos, se fueron delineando las que llegarían a ser sus propias opciones y convicciones: “Quisiera yo también, de modo especial, colaborar con Dios en engendrar vida. Enseñando a otros la sabiduría de vida y conducirlos para que la vivan. Eso también es engendrar, ser padre... nada me atrae más que auscultar el interior de las almas, y sobre todo ayudarles a madurar hacia la sabiduría.”

Claro está que estamos hablando no de naturales acciones humanas, sino de la plenitud de ellas.  


Fëdor Dostoevskij (1821- 1881), uno de los más grandes escritores de la literatura universal, nació en Moscú. El intelectual y escritor austríaco Stefan Zweig consideró al escritor ruso «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos». Autor de Crimen y castigo, El jugador, Los hermanos Karamázov. 

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