Política chilena: guía para “gringos"

        Para entenderlo hay que vivirlo. Un poco de humor político para los momentos decisivos que estamos viviendo.   

| Patricio Chaparro N Patricio Chaparro N

Un amigo gringo, de visita en nuestro Chile, me dice “tú, que eres abogado y cuentista político, podrías me explicar que se diciendo en la chilena política; mi no la comprendou” (sic, o sea, literalmente).

Dejo pasar el mal español y la ironía aquella de “cuentista político”, por sentido del humor y porque la considero con fundamento - al menos entre nosotros, los cientistas políticos chilenos - y le sugiero algunas pistas.

En principio, le digo, para interpretar correctamente ciertas expresiones y frases de la política en Chile tienes que hacer una especie de doble y a veces triple o cuádruple lectura.

Así, si un político de partido o de ciudadanos organizados y movilizados expresa una opinión y la apoya con la frase “conforme a la voluntad de la mayoría ciudadana”, debes entender que en realidad se refiere a su voluntad y la de sus amigos (pocos) y familiares (no todos).

Del mismo o similar modo cuando alguien alega que es preciso hacer “Alta Política” y no “baja política”, se está refiriendo a la política que hace él, en el primer caso, y la que hacen los otros políticos, en el segundo.

Enseguida me pregunta mi amigo ¿qué significa en Chile “elecciones primarias”?

Ahí entramos en profundidades, le digo, pero, desde luego, el término no se refiere a elecciones realizadas en las escuelas de educación primaria, que corresponden a niños de corta edad, sin derecho a sufragio, por ahora (agrego, sotto voce).

Además, sigo, hay que distinguir entre “primarias legales” y “primarias convencionales”, pero, hecha la distinción, le explico, en ninguna de ellas se hacen elecciones, excepto en algunos pocos casos.

Mi amigo continúa y me pide le explique qué fue lo que dijo el señor Larraín.

Y entonces debo contra interrogarlo y le pregunto ¿a cual Larraín te refieres? ¿A Hernán, Carlos, Felipe, Guillermo, Francisco, Alberto, Roberto?  ¿Al Larraín del ministerio de Hacienda, de la UDI, de Renovación Nacional, de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, al columnista de un diario de la tarde? - por darte algunos, pocos, ejemplos. Retiro la pregunta dice y pregunta ¿Qué significa esa otra frase que he escuchado, “no repetirse el plato”?

Significa lo obvio, le contesto; así, en la vida civil significa no repetirse el plato de comida que uno recién ha degustado, puesto que constituye glotonería y es de mala educación; pero en la vida política significa que los políticos, cualquiera que sea su orientación, no deben repetirse una sola vez el plato -cargo político- pero pueden hacerlo varias, la mayor cantidad de veces que sea legalmente posible.

Ah, dice el gringo, y agrega, ¿qué significa “paso”?

Ten cuidado, le digo, no es ceda el paso, te advierto.  Es como en los juegos de azar en que cuando se tiene una mala racha o una corazonada que cualquier cosa que se diga o haga resultará, como dispararse en un pie, entonces uno dice paso, esto es, nada digo, nada hago, nada temo.

Por último, dice, ¿por qué en Chile es tan pero tan popular el cantante irlandés Bono de YouTube?

No amigo mío, lo rectifico, te refieres a Bono de U2, pero es bono, sin mayúscula, y se trata de ciertas cantidades de dinero constante y sonante que en algunas épocas del año –sea en el gobierno que sea- se reparten para satisfacer necesidades populares, que no son musicales sino que de naturaleza más apremiante.

Ahora bien (o más bien mal), después de unas semanas, cuando ya creí que esta saga había concluido,  de pronto veo aparecer por mi casa, de nuevo, a mi amigo gringo – quien, debo aclarar, es sueco aunque no se hace el sueco.

Le declaro mi disposición a seguir tratando de explicarle algunos aspectos, más no de hacerlo entender la política chilena porque, conforme al certero adagio jurídico, “a lo imposible nadie está obligado”.

Y el gringo-sueco comienza de inmediato y me pregunta ¿qué significa “la clase política” a que casi todos los chilenos se refieren?

Wow, pienso, este gringo sí que va al grano de inmediato, y le respondo: mira amigo mío, la clase política no es una lección de educación cívica ni tampoco refiere a que los políticos asistan a clases.   En realidad, sigo, clase política adjetiva negativamente al conjunto de los políticos que no sean de las preferencias ideológicas del que utiliza la frase; y también termina por incluir a quienes no pertenecen a los grupos de políticos pero luchan por ser admitidos en esos círculos, a veces lo logran, y entonces entran a la clase, que no es precisamente una de educación cívica, le reitero. 

Y ¿qué es un “operador político”?

Es complejo de explicar, le digo, pero, por ahora,  le advierto, ten cuidado, porque no se trata de un médico cirujano especialista en operar políticos o, en su defecto, a cientistas políticos como tú.

Entonces me dice, escuché un discurso del señor Walker –que supongo no será Johnnie Walker, Black label, anota, con el típico sentido gringo del humor- pero no entendí bien lo que decía, ¿podrías explicármelo?

Y otra vez, como en la anterior ocasión, debo contra interrogarlo y le pregunto, ¿a cual señor Walker te refieres? ¿A Ignacio, Patricio, Alfredo, Ricardo, Carlos?  ¿Al senador?  Si es así, ¿a cual de ellos? ¿Al diputado? ¿Al actual presidente de un partido político?

Nuevamente se rinde y me dice que olvide la pregunta, que la dejemos para otra vez, y agrega, explícame ¿que es eso del tan mentado y criticado “binominal”?

Por cierto, antes que nada debes saber que no es un fármaco creado en Chile para aliviar la tos. Tampoco designa, en latín, a las personas que tienen dos nombres.

Sin embargo, sí es un remedio chileno, pero político-electoral, que alivia a las minorías políticas de sus temores viscerales-políticos, que tienen fundamentos  reales, de ser arrasadas por las mayorías.

Ah bien, dice, ¿y qué es eso de los “blindajes” de que tanto se habla?

Se parece pero no se trata de vendajes, le digo.  En ocasiones puede ser sinónimo de matonaje.  Pero alude a una intención en orden a que un político poderoso, de aquellos que tienen y mantienen, siga manteniendo.

Mi amigo me mira con cara de no haber entendido nada, pero me dice que está sorprendido del alto nivel de la política chilena, ya que ciertos políticos recurren al idioma griego en sus críticas políticas.

Si, le digo, es que algunos de ellos, particularmente de un sector de izquierda, han leído en griego a Platón, y el comunismo platónico les ha gustado mucho, especialmente el poco conocido texto filosófico “Diálogo sobre los ilotas y el ilotismo”.

A mi amigo parece no gustarle mucho esta explicación algo académica y entonces deriva hacia asuntos financieros y me dice: ¿por qué todos los políticos hablan de los “cheques en blanco”? ¿Qué es un “cheque en blanco”?

Ah, le digo, puedo explicarte que no es un cheque firmado cruzado y nominativo para ser cobrado por el señor Domingo E. Blanco; o un cheque al cual quien lo giró olvidó llenar las menciones y las dejó en blanco; además, puede ser también, aunque raramente, un cheque respecto del cual el feliz beneficiario, al ver su monto, se queda con los ojos en blanco.

En todo caso, le recomiendo, en Chile no firmes un cheque en blanco porque tu cuenta bancaria va a quedar ibídem, esto es, en blanco.

Entiendo dice, aunque creo que no entendió mucho pero está cansado y, como es inteligente, ha captado que entender la política chilena no es cuestión de preguntar, escuchar y decodificar, menos aún cuando se es sueco y su interlocutor (válido) no lo es pero, en esta ocasión, se hace el sueco.

Así es que, ambos unidos, nos damos por vencidos en la difícil tarea que hemos emprendido –todo en verso para mejor- y quedamos de vernos en alguna otra ocasión, si es que ésta se presenta, por alguna u otra razón.

 

Nota del autor: esta columna es el relato parcial de dos reuniones entrevistas político-imaginarias. Sus contenidos no representan el pensamiento del  entrevistado, sus amigos, sus familiares; tampoco los del autor. O sea, se trata de  un intento de humor político.  En todo caso, se deja expresa constancia que cualquier semejanza con la realidad política chilena es una mera y casi inesperada coincidencia.

 

 

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