EL ACTO DE SÉQUITO - Curso sobre el 20 de enero - Video 10

Esta segunda fase del 20 de enero se inicia con un bagaje espiritual y de riqueza muy grande, pero sin la motivación de que el P. Kentenich salga libre, puesto que ya lo estaba. Sin embargo, en esta fase se produce un cambio tan grande en lo que sucede, que llevará a algo muy semejante en intensidad, aunque distinto a lo que fue la primera etapa de Coblenza y Dachau.

Viernes 10 de noviembre de 2017 | P. Rafael Fernández

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Video 10

EL ACTO DE SÉQUITO

  1. I.    VIDEO
  1. II.   TRANSCRIPCION DEL VIDEO

 

Continuamos nuestra tentativa de profundizar los hitos de la historia de Schoenstatt, recordando la historia, pero haciéndola nuestra. Todo lo que pasó en torno al 20 de Enero de 1942. La idea es que hagamos nuestros estos hitos, que los revivenciemos.

La última vez vimos lo que fue el acontecimiento mismo del 20 de Enero de 1942. Lo que se había iniciado en la cárcel de Coblenza, continúa luego que el P. Kentenich es llevado de hecho al campo de concentración de Dachau. Todos conocemos lo que pasó en el campo de concentración. Se profundizó la relación de la cabeza de la Familia, ofreciendo su libertad, el estar en el campo de concentración con todo lo que ello implicaba, ofreciéndolo por la libertad de la Familia, por la libertad de los hijos de Dios, por la santidad de los suyos. Y, a la vez, la Familia, especialmente las Hermanas de María y también los sacerdotes diocesanos y palotinos schoenstatianos ofrecían todo a la Mater a la altura de la Incriptio, como el P. Kentenich lo había pedido, para que ella obrara el milagro de que él saliera libre del campo de concentración.

Sabemos que, en 1945, el P. Kentenich es liberado del campo de concentración; regresa a Schoenstatt y empieza una segunda fase de lo que es el hito del 20 de Enero.

Esta segunda fase se inicia con un bagaje espiritual y de riqueza muy grande, pero sin la motivación de que el P. Kentenich salga libre, puesto que ya lo estaba.  Sin embargo, en esta fase, se produce un cambio de tal manera grande, en lo que sucede, que llevará a algo muy semejante en intensidad, aunque distinto a lo que fue esta primera etapa de Coblenza y Dachau.

Esta segunda etapa se sitúa, en los dos primeros años, en Schoenstatt, 1945, 46. Recién en 1947, el P. Kentenich empieza sus visitas; primero viaja a Sudáfrica, luego a Latinoamérica, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile; después viaja a Estados Unidos. Esto va adquiriendo un volumen muy denso. Por eso, trataremos de verlo poco a poco, haciendo algo coherente para poder entenderlo lo mejor posible. 

El P. Kentenich sale y trae un convencimiento muy fuerte, una confirmación de que Schoenstatt es una obra de Dios probada, que está destinada a servir a la Iglesia en su renovación para que ella pueda enfrentar los tiempos difíciles que se avecinan. No sólo el tiempo que acababa de concluir sino el que seguirá después de la Segunda Guerra mundial, que será un tiempo mucho más difícil.

El Padre trae este convencimiento de que Schoenstatt tiene que ser conocido por la Jerarquía, por la Iglesia. Es un Schoenstatt que él ha probado; en el fondo, él probó la espiritualidad y la pedagogía de Schoenstatt y está convencido que es lo que necesita la Iglesia.  Por así decirlo así, el experimentó y la prueba resultó y, por lo tanto, eso tenemos que darlo a otros. Él está convencido que la Familia ha cumplido, ha subido las exigencias de la alianza y se ha esforzado en lo que corresponde a ese nada sin nosotros. Es decir, Schoenstatt está listo, estás preparado para ir a la Iglesia. Por lo tanto, él piensa que debe tomar algunas iniciativas.

¿Cuáles son esas iniciativas que tomó…?

Primero, cree que debe entregar esa riqueza a los Obispos. Y empieza sus visitas a los Obispos para contarles acerca de lo que es Schoenstatt, que no era tan conocido en ese entonces por los obispos. Ahora él quiere mostrar Schoenstatt por dentro, su espiritualidad, su pedagogía.  Publica entonces el libro Hacia el Padre. Un libro que no es tan fácil de entender para quien no tiene idea de Schoenstatt. El P. Kentenich pensó que la Iglesia debía tratar de entender lo que es Schoenstatt por la lectura de este libro, las leyes pedagógicas, la espiritualidad que trae que vale para toda la Iglesia.

Empieza con esto, pero agrega que Schoenstatt debe crecer y que las comunidades que se han fundado tienen que ser plenamente independientes, en el sentido jurídico de la palabra. Si bien él es la Cabeza, el Director, de todo, quiere que cada comunidad sea independiente por la visión de la Federación Apostólica Universal, que es una confederación de comunidades autónomas. Esto significaba que él se retiraba de estas funciones y que su papel fuera el ser él el Fundador.

Con esto empieza a darse algo nuevo. Piensa que, si él no hace valer su posición, la Familia se disgregará. ¿Dónde se reúnen las comunidades, dónde convergen…? En el carisma que él entrega y en su persona como fundador.

Por lo tanto, cambia formas y estilo que habían sido tradicionales, como el que no le gustaba aparecer en primer plano, no le gustaba que le sacaran fotos… En cambio, ahora aparece en primer plano.

Por otro lado, su relación con la Familia ha cambiado, se ha hecho mucho más profunda. Hay un signo que demuestra esto. En Alemania, a los sacerdotes se les llama HerrPater, literalmente: señor padre. Aquí nosotros decimos padre a los sacerdotes y al papá le llamamos el padre de la familia. Esto en Alemania no es así; Pater es el sacerdote y Vater es el papá. Pero la relación con el P. Kentenich ha sido tan profunda, la cercanía a él como Cabeza de la Familia, que se le empieza a llamar Vater, unserVater, nuestro padre.

Esto choca en muchos, se siente como un culto a la persona del P. Kentenich y se dan otros problemas. Dentro de los palotinos surge un problema grande. Ellos pensaban que si bien el P. Kentenich era el fundador de Schoenstatt, ellos eran los responsables de todo. Y si el P. Kentenich faltaba, habría otro palotinos para asumir su tarea. Sin embargo, los schoenstatianos no aceptan esto. Habrá otras autoridades dentro de Schoenstatt, pero la autoridad del P. Kentenich era para siempre. Y si antes se hablaba del P. Kentenich como la Cabeza de la Familia, ahora se hablaba de la Cabeza supratemporal de la Familia, es decir, la Cabeza para siempre.

Este es un proceso que sigue en Schoenstatt durante los años 1946, 1947. El P. Kentenich continúa sus visitas, se publica el libro Hacia el Padre, y viene una fuerte reacción de los Obispos frente a Schoenstatt. Cuando la situación se hace más difícil, el P. Kentenich busca y quiere que una Comisión de parte de la diócesis de Tréveris se haga presente en Schoenstatt para que estudie lo que se vive en Schoenstatt.

Hay varios obispos que están incómodos con Schoenstatt y con el P. Kentenich; piensan que Schoenstatt no está integrado en la diócesis, que al obispo no se le toma en cuenta y así no resulta…; por otra parte, el lenguaje que usa en el Hacia el Padre nadie lo entiende… Hay muchas objeciones.

El P. Kentenich parte a sus viajes al extranjero en 1947. En 1948, se reúnen  los obispos alemanes y hacen una petición formal en los que señalan ocho puntos muy claros y exigentes. Entre ellos, se pide que el Hacia el Padre no siga publicándose.

Por otro lado, se empeiza a crear un conflicto con los palotinos, porque los palotinos schoenstatianos no aceptan que Schoenstatt sea obra dependiente de los palotinos; ellos asumen al P. Kentenich y Schoenstatt en forma integral. Así se habla de los schoenstatianos integrales que asumen todo lo de Schoenstatt y también la centralidad del P. Kentenich. Y los palotinos schoenstatianos que llegaron y se quedaron con Schoenstatt sólo hasta el 18 de Octubre, que no asumieron este desarrollo último y aceptaban sólo una parte de Schoenstatt pero no la centralidad del P. Kentenich, eran los schoenstatianos liberales.

Esta situación creó una tensión muy grande que llevó a los Obispos a solicitar al Obispo de la diócesis de Tréveris, a la que pertenece Schoenstatt, a pedir que envíe un Visitador para estudiar esta situación. Esto sucede en 1949; el Visitador va a Schoenstatt y da su informe. El P. Kentenich estaba en uno de sus viajes; en este momento está en Argentina y allí recibe el Informe del Visitador.

Las primeras noticias de la Visitación eran bastante positivas, pero cuando el P. Kentenich recibe el Informe escrito en el cual se dice que desde el punto de vista doctrinal y moral, no hay nada que objetar a Schoenstatt. Pero sí, en cuanto a las prácticas pedagógicas había objeciones y reparos que señalar. Estas objeciones ciertamente se referían a todo lo que se había vivido respecto al padre fundador; la vinculación con él, la comunidad de corazones, la comunidad de destinos, todo lo cual se expresaba también en oraciones: en el padre, con el padre y para el padre… Todo esto, el Visitador afirma que no se puede aceptar.

Después de leer este Informe, el P. Kentenich decide responder a estas objeciones; piensa que, si no lo hace, los obispos no podrán entender lo que es Schoenstatt. Le aconsejan que no lo haga, que acepte que se cambiarán estas prácticas, estas costumbres, esta manera de hablar, estas expresiones respecto al fundador… Él  responde que no y se decide hacer algo en forma muy consciente, muy a la luz de lo que había decidido el 20 de Enero, comprándolo de hecho, y da un paso muy audaz para responder a los Obispos, per longum et latum, a las objeciones del Informe que ha hecho el Visitador.

Estamos en 1949. La Visitación había cambiado de tono. En el fondo, se pone más difícil y termina en una segunda Visitación, ahora desde el Vaticano y nada menos que del Santo Oficio. Se nombra Visitador al P. Sebastián Tromp, un sacerdote jesuita, quien hace una visitación mucho más a fondo y llega a la conclusión que el P. Kentenich debe abandonar Schoenstatt; un sacerdote como él no puede ser director de un Movimiento ni de las Hermanas de María… Lo que importa siempre es Cristo, sacerdotes que pueden servir, pero no este tipo de sacerdotes.

El P. Kentenich debe salir de Schoenstatt y después de Alemania, y recluirse en Milwaukee… En el fondo, sucede lo mismo que había sucedido en Dachau, el 20 de Enero de 1942, cuando él se negó a firmar el informe del médico. Ahora, el P. Kentenich escribe una carta, lo cual es mucho más trascendente y él sabía bien lo que podría suceder…

Aquí se entrecruzan el segundo y el tercer hitos. Porque cuando el P. Kentenich, estando ya en Bellavista, ofrece la primera parte de su Carta respuesta, llamada posteriormente Epistola Perlonga, y la confía a la Mater en el Santuario,hace también un acto de envío. Es lo que mas tarde se denominará  la Misión o Cruzada del 31 de Mayo.

Cuando el P. Kentenich parte al exilio en Milwaukee, la situación de Schoenstatt queda muy desvalida y complicada. Si antes se había hablado de la Cabeza supratemporal de la Familia, en este último contexto, en el año 1948 y comienzos del 49, se empieza a hacer realidad otro lenguaje, con otro contenido, pero en la misma línea: es el acto de séquito al padre fundador.

En el Jardín de María se da el acto filial de dependencia del padre fundador. Se hizo también un acto fraterno: en el padre todos somos también hermanos. Ahora en esta cabeza supratemporal, que es nuestro padre y fundador, nosotros estamos unidos a él como persona, pero además nosotros somos sus instrumentos. Queremos contribuir, cooperar con él en la realización de la obra que Dios le encargó. Nosotros somos un séquito del P. Kentenich, séquito no esclavos, no lo seguimos ciegamente, pero libremente le decimos que cuente con nosotros. Se realiza el primer Acto de séquito al padre fundador el 1 de enero de 1949, poco antes de la Visitación.

Hay además otro ingrediente que también jugaba en todo esto. El P. Kentenich, como padre, como cabeza supratemporal de la Familia y nosotros, como sus hijos y colaboradores, ahora, jurídicamente ya no tendría responsabilidad en su fundación puesto que había sido enviado al exilio.  Sin embargo, dejó la tarea de que debía haber autoridades que ejerciesen esta autoridad al modo en que él mismo ejerció la autoridad con los suyos. Y acentuó que las Comunidades femeninas debieran contar con un principio paterno que ejerciese esta autoridad. Las comunidades femeninas están construidas como una verdadera familia y la cabeza de esa familia la ejerce el principio paterno. Esto lo estimó necesario, jurídicamente necesario. Él era fundador pero, sin embargo, pensaba que, cuando él ya no existiera, debiera existir este principio paterno en las comunidades. Esto fue algo que tampoco gustó, que causó rechazo…

Hay mucho que ver y profundizar en lo que hemos podido ver. Ustedes pueden leer más de este tema en los textos que adjuntamos.

 

III. Preguntas y tareas

  1. Preguntas
  • ¿Qué nueva situación se produjo después de la liberación del campo de concentración de Dachau en la Familia de Schoenstatt?
  • ¿Qué nuevas iniciativas tomó el Padre Kentenich a su regreso?
  • ¿Cuál fue la reacción en la comunidad de los padres palotinos?
  • ¿Qué reacción se produjo en el ámbito eclesial?
  • ¿Qué significa “cabeza  supratemporal” de la Familia?

 

2. Tareas

  • ¿Cómo caracterizaría esta nueva etapa del segundo hito entre 1945 y 1950?
    • Hacer un análisis del conocimiento, vinculación y seguimiento que se da actualmente en la Familia de Schoenstatt respecto al Padre Kentenich cómo cabezas supra temporal de la Obra.
    • Ver cuáles son las cabezas “temporales” y qué relación tienen estas con la cabeza supratemporal.
    • Los desafíos que se plantearon para Schoenstatt  durante el tiempo que analizamos fueron vistos como “signos del tiempo”. Ver qué nos dicen los signos del tiempo actuales en relación a la autoridad del fundador y a otras autoridades en Schoenstatt, en el ámbito eclesial y en la sociedad actual.
    • Reflexionar sobre el Acto de Séquito como un “ponerse a la altura” del P. Kentenich y el ser dependiente de él. Aplicación al aquí y ahora de estas dos dimensiones.
    • Ver la relación entre “principio paterno” y “principio materno” en el contexto de una sociedad “igualitaria”, donde se proclama la ideología de género.

  

IV. TEXTOS DE APOYO

PRIMER TEXTO APOYO

EXIGENCIAS DE LOS OBISPOS A SCHOENSTATT EN 1949

El Obispo de Tréveris

Tréveris, 22 de julio 1949

A la Dirección del Movimiento Apostólico de Schoenstatt

P/e P. Mühlbeyer SAC

Reverendísimo Padre:

Entrego a Su Reverencia, en documento adjunto, ocho “exigencias planteadas por los Obispos a Schoenstatt”, que me fueran enviadas, en mi calidad de Ordinario competente para Schoenstatt, por la comisión de investigación de la Conferencia Episcopal de Fulda, a fin de que fuesen transmitidas al Movimiento de Schoenstatt.

Espero de Ud., hasta el 10 de agosto, la toma de conocimiento y aceptación de las disposiciones que se exponen en dicho documento y en particular el borrador de una carta circular a los sacerdotes y laicos del Movimiento de Schoenstatt exigido en el punto 8.

En el amor de Cristo.

(firmado) Arzobispo + Franz Rudolf

Obispo de Tréveris.

 

***

Exigencias planteadas por los Obispos a Schoenstatt

La conferencia plenaria de los Obispos de las diócesis alemanas, reunida en Fulda del 24 al 26 de agosto de 1948, tiene grandes dudas sobre ciertas formas de piedad, organización y propaganda del Movimiento de Schoenstatt. Por eso se ve obligada a plantearle las siguientes exigencias a la Dirección del Movimiento de Schoenstatt:

  1. Desístase de hablar sobre una “multiplicación del Capital de Gracias” en virtud de los méritos de los miembros y de la locución “contrato bilateral”. Evítese en lo posible designar a Schoenstatt como “creación predilecta” e “instrumento predilecto” de Dios, ya que suena equívoco y arrogante.
  2. a. Se sugiere a la Dirección de Schoenstatt presentar al Ordinario del lugar todas las publicaciones, manuscritos y cartas circulares. - b.  La Dirección de Schoenstatt se obliga a retirar de la editorial el libro “Hacia el Padre” y no emplearlo más en el futuro.
  3. La Dirección de Schoenstatt se obliga a procurar que en las homilías y conferencias se omitan las locuciones mencionadas en el n. 1; que no se hable tanto de “Reino de Schoenstatt” sino de “Reino de Dios”; que en todas las ramas del Movimiento el Movimiento de Schoenstatt aparezca, en la palabra y en la letra, y mucho más de lo que ha sido hasta ahora, como miembro integrado al organismo total de la Iglesia, evitando toda unilateralidad, exclusividad y arrogancia.
  4. La fundación y consolidación de grupos de Schoenstatt en las diócesis sólo puede hacerse con el permiso del Ordinario del lugar.
  5. Los sacerdotes que pertenecen a Schoenstatt deben ser instruidos por la Dirección para que presenten al Ordinario del lugar un informe completo sobre el trabajo en el Movimiento de Schoenstatt. No debe existir ninguna “disciplina de arcano” ante el Ordinario del lugar. Sin venia expresa del Ordinario del lugar no puede emplearse oraciones y canciones de Schoenstatt ni en la iglesia ni en la catequesis.
  6. Evítese todo lo que en el plano pastoral y social pueda hacer aparecer a los sacerdotes de Schoenstatt como un grupo especial dentro del clero diocesano. Instrúyase a los sacerdotes para que no hagan propaganda exclusivamente para las Hermanas de María y para el ingreso a las Hermanas.
  7. En cuanto a la propaganda oral y escrita, la Dirección evitará y prohibirá toda exageración y fanatismo. En las misiones no debe tolerarse una propaganda general por Schoenstatt.
  8. A través del Ordinario del lugar y dentro de un plazo que expira el 10 de agosto de 1949, la Dirección del Movimiento de Schoenstatt hará una declaración obligatoria en la cual consignará que toma conocimiento de los siete puntos arriba expuestos y cumple con las disposiciones contenidas en los mismos. Dentro de igual plazo redactará un borrador de carta circular dirigida a los sacerdotes y laicos del Movimiento de Schoenstatt que satisfaga las demandas de los Obispos y que será enviada recién después de ser aprobada por la Comisión de la Conferencia Episcopal.

 

Tréveris, 22 de julio de 1949

(firmado) Arzobispo + Franz Rudolph

Obispo de Tréveris

 

SEGUNDO TEXTO DE APOYO

TEXTO TOMADO DE LA “EPISTOLA PERLONGA”

(…) Para redondear estas reflexiones sería recomendable agregar algunas palabras sobre las dificultades relacionadas con la cabeza de la Familia y que aún no han sido tratadas.

Todas, sin excepción, pueden reducirse a un denominador común, todas culminan en un solo reproche: El director se coloca indebidamente en el punto central. Y de ese modo recuerda métodos del pasado inmediato que han demostrado ser muy perniciosos.

El texto (del Visitador) dice lo siguiente:

¨Por otra parte, ni los miembros de la Familia, ni mucho menos el mismo P. Kentenich- como sucede efectivamente desde Dachau en contraposición a lo que pasaba antaño -, deberían colocar la persona del Padre en el primer plano o en el centro, hasta el punto de que la gente se sienta repugnada (al recordar métodos similares aplicados en épocas muy recientes de la historia alemana). Y esto vale aún cuando él logre hablar de sí mismo con un tono impersonal y contemplar su persona ´no en su valor propio, sino en su contenido simbólico´¨ (pág. 4).

Las respuestas serán nuevamente dos: una positiva y otra negativa.

La positiva presenta breve y claramente los hechos históricos. Desde el principio el director tuvo en sus manos los hilos de la Familia más cercana y de la más amplia. Durante años mantuvo un contacto directo y personal con casi todos los miembros.

Así, de modo no reflexivo y natural, se gestó una conciencia de familia que unía a todos los miembros con la cabeza de una manera sencilla e ingenua, sin que se hablara mucho de ello... Ni siquiera se era consciente de esa afortunada situación, tal como suele suceder en una sana familia natural. Esto ocurría así en parte también porque el director ¨procuraba con sumo cuidado posponer y mantener oculta su persona detrás de la idea, la obra y el Santuario¨ .

Otra manera de actuar no hubiera sido natural, en virtud de que la Familia vivía la realidad de un estar espiritualmente el uno en el otro. De acuerdo con sanas leyes de desarrollo, todo cambió cuando la Familia se consolidó y maduró interiormente y experimentó exteriormente un fuerte crecimiento, de tal manera que pudo gobernarse a sí misma con adecuación a su nueva realidad.

Enseguida se perfeccionó entonces su organización y descentralización. Este proceso entrañó y requirió, por un lado, que el director pasase más fuertemente a un segundo plano y, por otro lado, que pasase más a un primer plano.

A un segundo plano pasaron sus vinculaciones personales con cada miembro. Así pues, en el caso de la generación antigua, estas vinculaciones fueron cultivadas conscientemente con menor intensidad, y, en el caso de la generación nueva, se establecieron sólo muy escasamente.

Para que el organismo de la Familia no se viera afectado por ello, para que no perdiese el fundamento de sus sanas leyes del ser, la cabeza tenía que pasar más fuertemente al primer plano de la vida pública de la Familia, tenía que ser mostrada y vista de modo consciente y reconocida de modo reflexivo e inequívoco, tal como sucede en cualquier gran comunidad religiosa como, por ejemplo, en los jesuitas. Era necesario hacerlo, especialmente de cara a la vocaciones que aumentaban de manera continua en Alemania y en el extranjero, y con quienes el director conscientemente no buscaba entablar una relación personal.  

Esta histórica reorientación, a la cual se reconocía con claridad y se aspiraba a conciencia, podía ser lograda por dos caminos: por vía de un acto oficial de gobierno y por vía de (la pedagogía de) movimiento. Se eligió esta última por fidelidad a los principios y para aprovechar toda oportunidad para incentivar a las Hermanas a tomar decisiones personales y comprometerse por sus convicciones.

Así surgió la corriente del Padre o de autoridad, cuya culminación fueron los actos de entrega al padre. He aquí pues su historia y su sentido. No a todo pedagogo le cuadrará este método. Pero no negará su reconocimiento a una táctica que mantiene siempre la meta en su mira, que es consecuente en todas las situaciones, que calcula conscientemente las tensiones y deposita tanta confianza en sus seguidores. Y que además no refrena las crecidas pasajeras que rebasan las riberas, sino que deja que se desarrollen con tranquilidad e interviene sólo cuando resulta conveniente.

Afirmándose en este mismo principio metodológico, desde enero de 1949 el director dio cabida a otra corriente que no partió de él sino de los otros institutos: la corriente de membralidad o de seguimiento.

Según Albano Stolz, educar significa mantener un contacto vivo. Por lo tanto la labor del educador consiste en captar todas las corrientes - vengan de donde vinieren- , hacerlas pasar por su propio corazón e introducirlas en toda la Familia. Detrás de esas nuevas corrientes operaban determinadas fuerzas impulsoras e ideas directrices que no provenían de las Hermanas.

El director había hecho autónomo a cada instituto, de tal modo que ya no tenían ningún vínculo jurídico con él. Si bien tal medida resultaba ventajosa para la independencia de los institutos, entrañaba el peligro de la disgregación. De ahí el anhelo instintivo y comprensible que llevó a hacer ciertas reflexiones y finalmente a tomar la decisión y medida de reconocer una cabeza común que en el marco de toda la Familia asume un lugar de confianza sobresaliente y ofrecido voluntariamente. Desde el punto de vista jurídico, los institutos permanecen -como hasta ahora- autónomos... Que la elección recayera en el director que se tenía hasta entonces, se debe a que este es el fundador de todos los institutos.

Así pues los representantes de los Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, del Instituto Ntra. Sra. de Schoenstatt y de los Hermanos de María realizaron el acto correspondiente en forma de consagración... Para facilitar una fidedigna toma de conocimiento de toda esta corriente, cito a continuación la oración de consagración de los Sacerdotes Diocesanos y fragmentos de la alocución pronunciada en ocasión de dicha consagración:

Oración de consagración

(Ronda: 20 de enero de 1949)

Guía:

Según los eternos planes de sabiduría de Dios, tú has sido constituida, desde el principio de los tiempos, como Portadora de Cristo y como Aquella que aplasta la serpiente en medio de la humanidad amenazada. También en nuestro tiempo debes cumplir tu misión de perenne validez. Por eso has elegido este lugar, para hacerlo cuna de un hombre nuevo y de un orden social nuevo en una época de decadencia sin parangón y de disolución irrefrenable de tradiciones milenarias.

Desde los días de nuestra juventud pudimos ser tus instrumentos en la construcción de tu obra y de tu reino, en el cual tus glorias se manifiestan, año tras año, cada vez más. No se nos ha concedido esta vocación porque seamos dignos de ella. También en nosotros obra tu amor misericordioso de una manera que no sabríamos explicar con razonamientos humanos.

A través de la palabra de tu siervo y escogido instrumento nos enviaste tu primer mensaje en la hora de la fundación de la Familia de Schoenstatt. Este mensaje se ha convertido en contenido y destino de nuestra vida. Desde hace muchos años nos anuncias sabiduría celestial por boca del maestro, nos formas por la mano del educador y nos guías por la autoridad del Padre a quien tu llamaste a ser cabeza de toda la Familia.

Con una mirada providencialista reconocemos que tú eres quien ha generado un entrelazamiento de destinos, profundo y misterioso, en torno de la cabeza y los miembros. Tu obra surgió de ese entrelazamiento y se fundará en él por siempre. Incluso quieres valerte de él para hablarnos de nuevo y con mayor insistencia que nunca. Así lo haces con el acontecimiento del 20 de enero de 1942.

Cuando, en los años de persecución de la Iglesia que han quedado ya detrás de nosotros, los enemigos de Dios tramaban la destrucción de tu fundación, tú, oh Madre tres veces Admirable, nos exhortaste a todos, en la corriente de Inscriptio de la Familia, a un ofrecimiento total de nosotros mismos y a la suprema entrega a ti. Sólo de esa manera podía ser salvada tu obra del aniquilamiento que la amenazaba de parte de poderes transcendentes contrarios a Dios.

Nosotros, tus sacerdotes, confesamos humildemente que por entonces fuimos lentos para comprender y cortos de oído frente a tu mensaje. Nuestra culpa  y nuestra debilidad generaron el peligro de caer en un tercer pecado original que hubiera podido llevar tu obra a la ruina. Entonces intervino tu mano que guía y salva. Realizaste en la cabeza de la Familia aquello a lo cual nosotros mismos hubiéramos debido declararnos dispuestos por medio de una libre elección sustentada en el amor a ti y a tu causa: Hiciste que llevase las cadenas del cautiverio, que gustase la amarga separación de la Familia, que padeciese la ignominia de la cruz, que viviese en extrema pobreza y experimentase diariamente el peligro de muerte.

En razón de que tú habías unido la cabeza y los miembros en indisoluble comunidad, tu inconcebible actuar nos conmovió a todos. Pero al mismo tiempo nos diste una prueba irrefutable de tu incomparable fidelidad. Con un acontecimiento de hondo significado nos regalaste el ´milagro de la Nochebuena´.

En la lucha y en la libre decisión del 20 de enero la Familia - representada por su Cabeza y los leales que lo siguieron-  se abrió a la irrupción de tu gracia. De ese modo tú, Vencedora de todas las batallas, quebrantaste el poder del demonio en la Familia; conquistaste nuestros débiles corazones y conjuraste el peligro del ´tercer pecado original´. Estamos impresionados por ese hecho que consumó tu mano. Tarde, muy tarde, nuestros miopes ojos reconocen las admirables conducciones de tu sabiduría pedagógica maternal.

Todos:

Así pues nosotros, primicias de tu Familia, venimos hoy a ti, oh Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt, aquí, a tu Santuario, para dejarnos modelar por ti en el misterio de aquel día de hondo significado. Pero antes nuestro corazón puja por pedir perdón, con dolor y arrepentimiento, por toda la infidelidad y toda la ingratitud, por toda la cortedad en la escucha y las negligencias de que nos hicimos culpables hasta ahora en tu servicio.

Concédenos que el ´milagro de la Nochebuena´ sea primero el milagro de tu amor que perdona nuestra culpa.

Haz que nos desprendamos para siempre de todo capricho enfermizo e inscribe con ´letras de sangre y fuego´ nuestro corazón vacilante y egoísta en el tuyo.

Haz de nosotros según te dicte tu amor. No repares en nuestra debilidad y haz que pasemos por todo el dolor que los sabios planes de Dios hayan dispuesto para nosotros.

Tú, sierva fuerte del Señor, que un día pronunciaste el ´fiat´ en representación nuestra, pliega por completo nuestra rebelde voluntad a la voluntad y a los mínimos deseos del Padre Celestial.

Tú, Madre Dolorosa junto a la cruz, pon siempre en nuestros labios aquella sincera súplica: ´Padre, sólo quiero lo que te agrada, aún cuando tu deseo dicte la sentencia de muerte´.

Cobija también, oh Madre de bondad, nuestra débil voluntad y nuestro inseguro corazón en tu corazón, para que seamos capaces de consumar ´acciones que den testimonio concreto de la Inscriptio, de un elevado acrisolamiento, de austeridad; y para que seamos capaces de dar pruebas de integridad y lealtad´.

Y ya que tú, oh Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt, nos has revelado el significado simbólico de este día y del entrelazamiento de destinos entre la cabeza y los miembros, queremos rubricar en esta hora, con los labios y el corazón, lo que tú has escrito en los anales de Schoenstatt. Como en la primera hora de fundación, recibe benévola nuestra consagración y renueva con nosotros la Alianza sellada por entonces.

A nuestro ofrecimiento de hoy añadimos el ´Acto de Inscriptio´ del 20 de enero de 1942, la promesa de fidelidad a la cabeza de la Familia y nuestra mutua e inseparable unión como miembros. Incorpóranos nuevamente a la Familia, tal como la has plasmado hasta hoy bajo la irrupción de la gracia de aquel día bendito. Escucha la declaración de nuestra disposición a la obediencia y de nuestra fidelidad en el seguimiento del maestro, legislador y padre de la Familia de Schoenstatt. Suscita y mantén en nosotros la docilidad que le permita llevar a cabo tus planes en la Obra y aplicar en nosotros tu sabiduría pedagógica. Que conserve para siempre su vigencia en la Familia lo que tú has obrado en los acontecimientos del 20 de enero, lo que has manifestado en ellos. Que seamos garantía de ello hasta el fin de nuestra vida. Amén.¨

 

Fragmento de la conferencia en ocasión de la consagración:

... Quizás se podría preguntar aún si desde el punto de vista moral está permitido entregarse a un ser humano en la forma en la que ustedes quieren hacerlo ahora. A esta pregunta se puede contestar lo siguiente: Si con la palabra ´entrega´ se quiere expresar lo que comúnmente designamos ´entrega total´ y que sólo puede hacerse ante Dios, entonces habría que responder que no. Pero hay que responder que sí si por ´entrega´ se entiende lo que hace, por ejemplo, un turista cuando en una peligrosa excursión de montaña se entrega a un guía; o lo que hace el viajero cuando en su viaje por sobre los abismos del océano se entrega a un experimentado capitán; o lo que hace un soldado cuando en la batalla se entrega a un oficial responsable; o mejor aún, lo que hace precisamente un hijo maduro y sano cuando se entrega a la guía probada de un padre prudente y fiel.

Asimismo habría que dar nuevamente una respuesta negativa si por entrega se debiera entender la supresión o tan siquiera la reducción de la responsabilidad personal. Bajo el régimen nacionalsocialista hemos experimentado sobradamente los estragos causados por tal supresión de la responsabilidad personal, y los juicios de Nüremberg nos lo ha vuelto a poner una y otra vez delante de los ojos, y en la forma más estremecedora. Deberíamos estar a salvo de un tal peligro ya en razón de toda nuestra orientación y de los objetivos de nuestra educación. Queremos formar el hombre nuevo, y esto no significa una reducción sino la intensificación más elevada posible de la responsabilidad personal.

Se podría plantear además la objeción de si mediante nuestra subordinación e incorporación a la persona y al acto de entrega al Padre no se está colocando, junto a la autoridad a la cual de todas maneras debemos responder  -en virtud de las leyes de la naturaleza o de la libre asunción de determinadas obligaciones- otra autoridad que contradice y estorba a la primera.

A esta objeción hay que responder lo siguiente: El sentido del acto de entrega al Padre no es debilitar nuestra actitud de obediencia sino infundir alma a esa misma actitud, perfeccionarla hasta el extremo. La libre subordinación a la persona del Padre no estorbará jamás la obediencia que en calidad de palotinos debemos a nuestros superiores legítimos o la que ustedes como sacerdotes diocesanos del lnstituto deben a su obispo y ordinario, sino que la fomentará en todo sentido.

Lo mismo vale para nuestra obediencia frente a la autoridad de la Santa Iglesia, por no hablar de la autoridad de Dios: Tenemos una clarísima conciencia de lo que hacemos y obramos en base a una decisión enérgica y valiente, y a despecho de todo temor que pueda asaltarnos.

Pero en nuestro caso no sólo se trata de frenos, sino también de impulsos extraordinariamente fuertes. Estos provienen no tanto -al menos así me parece-  de nuestros esfuerzos por la propia santificación, sino mucho más de nuestra entrega a la gran Obra de Schoenstatt, a nuestra misión.

Es la Obra de Schoenstatt la que nos ha robado el corazón. Por ella vivimos, trabajamos y luchamos. A pesar de nuestra miseria debemos confesar que casi no tenemos necesidades ni preocupaciones personales. Todas nuestras preocupaciones nos brotan de nuestra entrega a la Obra de Schoenstatt. Pero esta es, a la vez, la fuente de nuestra alegría más grande. Ese amor a la Obra es el que nos impulsa a realizar este acto de entrega al Padre.

Cuando nos preguntamos si el Señor, antes de su regreso al Padre, tenía razones para preocuparse de la permanencia de su obra, podemos decir, hablando humanamente, que en este punto constatamos dos razones para ello. Una era la inquietud de si su entorno inmediato, sus fieles discípulos, tendrían realmente el coraje de seguirlo y mantenerse fieles a su seguimiento en toda circunstancia. Ciertamente Santo Tomás había dicho, con sincero corazón: ´Eamus et moriamur cum illo´. Y más sinceras aún habían sido las palabras del valiente Pedro: ´Y si todos te abandonaren, yo no lo haré jamás´. Sin embargo, llegado el peligro, fracasaron lamentablemente. El espíritu está pronto, pero la carne es débil.

Ahora bien, la obra redentora de Cristo sólo podía alcanzar su meta si aquellos que debían ser sus instrumentos tomaban su cruz y lo seguían hasta la cumbre del Gólgota.

La segunda preocupación quizás fuera la de si sus discípulos permanecerían unidos entre sí. Su última oración al Padre da elocuente cauce a esta inquietud: ´Te ruego, Padre, para que todos sean uno como yo en ti y tú en mí´. Y aquellas otras palabras: ´En esto reconocerán que son discípulos míos, en que se aman los unos a los otros´.

Al echar una mirada retrospectiva sobre los dos mil años de historia de la Iglesia que nos separan de Cristo, se despliega ante nuestros ojos un panorama bastante triste. ¡Cuánta cobardía, no sólo de parte de los cristianos comunes, sino también de la clase dirigente y de los círculos de elite! ¡Cuánta huida de la cruz, qué infinidad de fracasados! Por otro lado, ¡cuánta desunión y discordia! ¡Cómo se ha rasgado y fragmentado en todos los tiempos la túnica inconsútil del Señor! ¡Qué distinto sería el mundo hoy si los suyos no se hubiesen negado al seguimiento y hubiesen permanecido unidos y concordes! Posiblemente no habría ya más paganos en el mundo. Ni tampoco ningún movimiento bolchevista (colectivista. Nota trad.).

Por lo tanto, si queremos aportar algo fundamental a la Iglesia y no solamente una ayuda secundaria, hay que asegurar entre nosotros para siempre tanto lo uno como lo otro:  tanto el amor a la cruz como la unión mutua y profundísima en el amor de Cristo. El hecho más decisivo y relevante en la historia de Schoenstatt, en el que se expresan luminosamente ambos elementos, es el cumplido por el Padre el 20 de enero de 1942. Es una entrega perfecta a la cruz y al Crucificado y a la vez una entrega perfecta a la Obra y a los miembros de la misma.

Por eso consideramos que la misión de Schoenstatt estará asegurada si el espíritu de ese día permanece vivo en todos los tiempos. El acto de entrega al Padre quiere ser un aporte decisivo para que ello ocurra así. En este sentido repito las palabras que he citado ya: ´Eamus et moriamur cum illo´. ¿Y para qué? ´Ut vitam habeant et abundantius habeant´. Sí; queremos morir para el pecado y para la huida de la cruz, a fin de que nosotros y todos los hijos de Schoenstatt de todos los tiempos vivamos en, por y para el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por María, nuestra Madre y Reina del Cielo.

Amén

 

TERCER TEXTO DE APOYO

CONVERSACIÓN CON EL P. HUMBERTO

P. Rafael:

Continuemos con una visión más detallada del Jardín de María. Primero, el P. Kentenich recibe la Carta de la Hna. Mariengard; le responde y esta respuesta llega a la Superiora y después a toda la Casa de las Hermanas. Las Hermanas se empiezan a esforzar como pequeñas María, para que el P. Kentenich pueda ser liberado.

P. Humberto:

El P. Kentenich había hablado de la pequeña María: de la altera Maria, y la pequeña María. En la Navidad de 1941 el Padre une  el llamado a ser un floreciente Jardín el espíritu de la Inscriptio, ofreciendo esa aspiración por su liberación. Él, por su parte, ofrece el estar sin libertad, por ellas.

Al inicio las Hermanas interpretaron lo que les decía el P. Kentenich en el sentido tradicional de las flores de Mayo, que consistía en cultivar las virtudes marianas: las flores como símbolo de estas virtudes: la pureza, la humildad, la servicialidad, etc.  Al año siguiente, la Hna. Superiora de la Casa san José, no recuerdo si su nombre era Hildegardis, explicita que el Jardín de María es un llamado a ser un  floreciente jardín de “pequeñas Marías”.

Durante el tiempo de Dachau esta corriente sólo estuvo en la filial de san José. Por eso a la Casa de san José se le llama el Jardín de María original.  Al final de Dachau, la Provincia de Metternich asume esta corriente.

Después de Dachau, el P. Kentenich viaja al extranjero, a Argentina y a Nueva Helvecia. Allí encuentra una situación de división de las Hermanas por el tema del Santuario y por otras cosas. El P. Kentenich logra crear un ambiente de unidad en torno a él y luego de unidad entre las Hermanas. Ellas hacen, para la Provincia, el Acto espiritual constitutivo llamado Kinder-undGeschwiserakt (acto filial y acto fraterno)

El P. Kentenich dice que ese Acto es propiamente el núcleo del Jardín de María. Cuando regresa a Schoenstatt, dice que el Jardín de María es un símbolo, y que ese acto es la interpretación más profunda de lo que pretende el Jardín de María:  La unidad del padre con las hijas, de las hijas con el padre y de las hijas entre sí y con la Mater.

A partir del Año 1948 la corriente del Jardín de María se extiende a todas las Provincias de las Hermanas en Alemania. Surge igualmente en los distintos países en los cuales estuvo en sus viajes internacionales. Así se va extendiendo la corriente del Jardín de María a través de las comunidades de Schoenstatt.

En el año 1950, lo da a conocer oficialmente en la Jornada de Dirigentes de la Semana de Octubre, donde habla del 20 de Enero. En esa Jornada habla de las cuatro características de la Inscriptio. La Inscriptio, a la altura del 20 de Enero, está expresada en el Jardín de María y significa estos cuatro aspectos:  la relación hacia la Trinidad a través de la Mater; la relación del adre fundador con sus hijas o la relación de la cabeza con sus miembros, usado más  con los sacerdotes; la relación de los hijos entre sí y la relación con Pallotti.

P. Rafael:

La relación con Pallotti, 20 de Enero y 22 de Enero, no no parece en  forma muy clara…

El P. Humberto:

20 de Enero de 1942, el P. Kentenich hace ese acto en que decide ir al campo de concentración, interpretando que es el plan de Dios debe ser el precio de rescate por la libertad exterior de la Familia, y la Familia, el precio de rescate para su libertad exterior.

Uno se pregunta: ¿Por qué el P. Kentenich dice que uno tiene que hacer todo lo posible por evitar algo que humanamente hablando es un mal… y que él habría aconsejado a otras personas que, en esas circunstancias, trataran de evitar ir al campo de concentración…? Y agrega que él, personalmente, no podía evitarlo…

Yo recién lo entendí cuando explica que el 18 de octubre de 1941, él, en la mañana, sabía que ese día las Hermanas de todas las Provincias en Alemania, hacían la Inscriptio. El P. Kentenich está en el Bunker. Y dice que, si él interpretó bien, ese Acto de Inscriptio de las Hermanas sería el precio de rescate para su libertad y que estaba seguro que ese día él saldría en libertad. Por eso, no quiso tomar lo que daban de desayuno para poder celebrar Misa en Schoenstatt, incluso. Sin embargo, ese día no ocurre nada; la libertad es relativa. Fue liberado del Bunker; traspasado de la cárcel de la Gestapo, del Banco, a la cárcel pública.

Después dice que, esa mañana, esa madrugada, al despertar, afirma que sintió una voz interior que le preguntaba: ¿Estás dispuesto a entregar todo...? Y después va a decir: “No me quedó claro, si me decía porque te lo pido”, es decir, una afirmación, o “si es que te lo pido…” una condición…Y respondí que sí…”

Después, al principio del mes de Enero de 1942, desde la prisión de Coblenza, está escribiendo SponsaGedanken, Lanueva creatura en Jesús y María, para un Curso de las Hermanas que hacía su Perpetuo. Y al comienzo de este escrito escribe la oración Adsum: “Si quieres eso… sí…  Si quieres mi vida… sí…” es decir, todas las posibilidadespara reafirmar lo que había dicho. Explica, que si dio su sí a todas esas posibilidades, él no sabía en ese momento si Dios le pedía dar su vida en Dachau o solamente si estaba dispuesto a entregar su vida…

En ese entonces, cuando el médico de la prisión le ofreció ayudarlo, él no podía aceptarlo… Si lo hacía, podía dejar de lado la posibilidad de que Dios le pidiera de hecho entregar su vida en Dachau. Explica que a  cualquier otra persona le habría aconsejado hacerlo, es decir, ir a presentarse al médico, pero él no podía cerrar la posibilidad de que lo enviaran a Dachau. Porque había dado su sí a Dios, y si Dios quería que eso fuera el precio de rescate para la libertad de la Familia, él estaba dispuesto.

Cuando el P. Kentenich habla del 20 de Enero dice que él no estaba seguro de volver con vida desde Dachau, pero tenía la confianza de que si la Familia respondía, él iba a recuperar su libertad, pero ¿si Dios quería que ofreciera de hecho su vida en el campo de concentración…? Por eso, en la última etapa de Dachau, cuando empieza a dictar el Espejo del Pastor como un testamento espiritual, en principio para la dirección de las Hermanas, como un resumen de la organización, pedagogía, espiritualidad, para que quedaran las líneas centrales claras. Además, dicta ciertas disposiciones:  “en caso que no volviera”…tal cosa, en caso que no volviera, como superiora, debía proceder así …

P. Rafael

Bueno, sigamos. El P. Kentenich, el año 1950, da a conocer, oficialmente, a los dirigentes la Corriente del 20 de Enero y la Corriente del Jardín de María, que aparecen en la segunda parte de la Semana de Octubre de 1950. La primera parte está relacionada con el dogma de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos; la segunda se refiere a la historia en Schoenstatt.

P. Humberto:

La intención del P. Kentenich era que pudieran incorporarse a estas corrientes otras comunidades. Las comunidades femeninas, en su mayoría o casi todas, se incorporaron al Jardín de María. También lo hizo el Instituto de los Sacerdotes Diocesanos, que se incorporaron como la Viña en el Jardín de María. De la Comunidad nuestra, el TreueKreishizo una incorporación oficial al Jardín de María pensando que toda la Comunidad lo hiciera.

El P. Kentenich, en el año 1967, después de los 25 años del Jardín de María, nos entregó los compendios que él había escrito relacionados con el Jardín de María. Estos textos se los habían regalado las Hermanas y él los entregó a nuestra Comunidad para que los leyéramos y estudiáramos.

La Comunidad, en ese año, estaba con el tema de la corriente de Sión. Justamente, en estos días, este año 2017, el 15 de abril, se cumplieron 50 años desde que el P. Kentenich nos dio el nombre de Sión.  Estábamos en esa corriente: ¿qué significa Sión; por qué Sión es el símbolo; en qué sentido el P. Kentenich entiende Sión como símbolo, como ideal y como misión de la Parte central y motrix de la Vater-undVaeterGemeinschaft…? Lo otro, nuestra incorporación al Jardín de María, lo veríamos después. Sin embargo, primero, nosotros queríamos conquistar nuestra originalidad, nuestra identidad. Hubo tensiones muy fuertes entre el TreueKreis y la NeueGemeinschaft…

El P. Kentenich actuó con mucho respeto. Más tarde, en el pro-Capítulo de las Hermanas, en 1967, surge la fórmula Corunum in Patre. El P. Kentenich piensa que aquí está el núcleo del Jardín de María, de cómo garantizar la unidad espiritual de la Familia dentro de toda la autonomía jurídica que existe. Jurídicamente, las Comunidades son independientes y, sin embargo, hay un vínculo espiritual, moral que garantiza la unidad de la Familia. Está la Cabeza supratemporal, el padre fundador, que es para todos los tiempos y no solamente mientras viva.  Los superiores, de acuerdo a sus grados, en sus respectivas comunidades, tienen que ser el vínculo de unidad de esa comunidad, en cuanto representantes temporales de la paternidad (maternidad) del Fundador.

P. Rafael:

¿El padre no insistió que nuestra Comunidad se incorporara al Jardín de María…?

P. Humberto:

No, el Padre era muy respetuoso respecto a las corrientes.

P. Rafael:

Volviendo a algo anterior, el padre habla de esto en la Semana de Octubre del año 50, y lo esencial que queda es que la relación con el padre se hace mucho más fuerte…

P. Humberto:

Sí, se hace mucho más fuerte y es en torno al padre que se va creando la unidad de la Familia.

P. Rafael:

Pero eso no se desarrolla mayormente… 

P. Humberto:

Es funcional; de hecho, se produce esa unidad, pero no es tematizada.

Por ejemplo, en Roma. Cuando el padre estuvo un mes y medio en la Casa Generalicia de las Hermanas de Mallinkrodt, al principio, algunas de las comunidades estaban en cierta tensión: tensión entre las Señoras de Schoenstatt y las Hermanas, tensión entre los sacerdotes diocesanos y nosotros… Porque durante todo el tiempo del exilio, en Milwaukee, había que saber quiénes eran integrales y quiénes no eran integrales. Y había sospechas de que las Señoras no eran totalmente de confiar, etc.

Y, poco a poco, uno se fue dando cuenta cómo, con la presencia del padre, se producía la unidad y, al mes de estar allí, con las conferencias del padre, había una unidad en la Familia, pero no porque el padre tematizara, tenemos que ser familia, sino por la presencia suya, el contacto que iba creando y la habilidad que tenía de llevar a las personas a dialogar entre ellas…

P. Rafael:

Pero eso no se asumió como algo permanente. Al contrario, el P. Kentenich fallece y nuevamente empiezan las divisiones…

P. Humberto:

El P. Kentenich quería que la Obra de Familias, como cada columna constituyera a la vez una cierta relación de familia entre Liga, Federación e Instituto, y que los responsables se reunieran regularmente.

Esto en Alemania no funcionó porque entre la Federación de Familias y el Instituto de Familias se produjeron tensiones. Históricamente, la familia Martin que estaba, inicialmente, en el Instituto, tuvo problemas con el P. Tick y por eso se retiraron. Después entraron a la Federación de Familias y el curso de Federación de los Martin fue uno de los grandes impulsores de la Federación de Familias.

Los otros que respondieron, pero más tarde, fue la Columna sacerdotal que, en una etapa anterior de tensiones, entre palotinos y diocesanos, salvo la Generación del Cenáculo, y después con el regreso del P. Kentenich y con la fundación del nuevo Instituto de los sacerdotes, empezó a crearse una buena relación entre los dos institutos y después se unió a la Federación. Y hubo actos conjuntos. A la subida de Sión, hubo un acto de alianza y se colocó las cuatro columnas que representan a las cuatro comunidades sacerdotales.

P. Rafael:

Pero todavía nunca ha habido algo de todos los sacerdotes…

P. Humberto:

En Alemania siempre ha habido tensiones en diversas columnas entre la Federación y el Instituto respectivo. En la parte femenina, por ejemplo, debería haber similarmente, cada cierto tiempo, reuniones de intercambio entre las Hermanas, las Señoras de Schoenstatt y la Federación de Mujeres, la Bundeschwestern.

P. Rafael:

Eso es algo que está por verse… Pero, volviendo atrás, todavía no me quedó claro lo que se refiere al 20 de Enero y al 22 de Enero…

P. Humberto:

El día 22 de Enero de 1942, el P. Kentenich se pregunta qué ha hecho por la misión de Pallotti. La organización federativa de Schoenstatt: unidos por la alianza y por el santuario, que fuera modelo de la Primera Ala de la CAU, y que preparara después la posibilidad de la Segunda Ala, en que el punto de unión no fuera el santuario sino lo que era común, es decir, la responsabilidad por el apostolado. Mi aporte ha sido ése. Por eso, la estructura federativa de Schoenstatt nace originalmente en función de Pallotti. Tal vez, por mi cuenta –piensa el P. Kentenich–, con el tiempo, hubiera llegado a pensar lo mismo, pero históricamente tengo que reconocer que lo que me llevó a mí a que las comunidades fueran autónomas fue pensar en esto:  si queremos preparar que haya distintas comunidades que se unan, no puede haber ninguna comunidad que domine sobre las otras

Por eso, cuando el P. General Möhler trató de controlar todo esto, afirmó: está bien el Praesidium General, pero nosotros (los palotinos), históricamente, somos los portadores de Pallotti, y deberíamos ser la comunidad que tiene la última palabra.

El P. Kentenich dijo: No. Y si llegara a lograrlo, usted cierra la puerta para una futura confederación apostólica porque ninguna comunidad se interesará en participar en algo donde va a depender de otro. En cambio, si sabe, yo entro en igualdad de condiciones con todas las demás, y nadie puede imponerme algo que yo no quiera; no tengo nada que perder y mucho que ganar.  Si lo que queremos hacer me parece importante y que nos ayuda, vamos a coordinarnos. Pero nadie me puede imponer nada. Participando allí no pierdo nada en autonomía y puedo ganar.

P. Rafael:

¿Qué hizo el P. Kentenich en concreto el 22 de Enero…?

P. Humberto:

Interiormente dice: Ante Pallotti, he tratado de hacer todo lo posible para que las comunidades fuesen autónomas y como tales se coordinen apostólica mente… Se sentía responsable de que Schoenstatt pudiese llevar a cabo esa misión de Pallotti, mostrando un modelo para realizar la CAU.

P. Rafael:

¿Y qué tiene que ver eso con el Jardín de María…?

P. Humberto:

Directamente no tiene que ver, pero históricamente la Providencia quiso que se juntaran ambas cosas. El P. Kentenich lo coloca como cuarto punto de la Alianza de Inscriptio en el espíritu del 20 de Enero:

Esto que estamos haciendo es en virtud también de la misión que tenemos con Pallotti. Si queremos ser un modelo de coordinación, de unidad de la CAU, tenemos que tener una coordinación de Familia. El ideal de familia no es solamente modelo para Schoenstatt o para una comunidad en Schoenstatt; es modelo para la Iglesia y para la sociedad. El tipo de unidad que queremos es un tipo de unidad de familia. Que las comunidades se sientan fraternas y no competitivas, y que puedan mancomunar sus fuerzas apostólicas …

P. Rafael:

¿Y eso es el Jardín de María…? No veo claro cuál es la relación que tiene esto con el Jardín de María…

P. Humberto:

La relación que tiene con el Jardín de María, además del hecho histórico, está el hecho de que lo que se pretendía en el Jardín de María es cómo garantizar la unidad de la Familia.

El P. Kentenich dice que el 20 de Enero es la culminación, dentro de todos los límites, de la aplicación del organismo de los vínculos a Schoenstatt. Es decir, crear una comunidad de familia que está vinculada no por los vínculos jurídicos, en primer lugar, porque jurídicamente las comunidades son autónomas, sino vinculada espiritualmente por el vínculo que es la alianza.

Pero la alianza se concreta no sólo con la Mater, sino que la alianza se concreta con el fundador y entre las personas entre sí. Y ese mismo espíritu tenemos que entregarlo a la Iglesia. Y la Iglesia es una gran comunidad en la cual existen muchas comunidades que son jurídicamente autónomas entre sí. No se vinculan en primer lugar porque están unidas jurídicamente. Se coordinan solamente. Pero hay un espíritu común de fraternidad que las une.

P. Rafael

¿Cómo se ve la Iglesia en este contexto y cual es nuestra misión al respecto?

P. Humberto

La Iglesia se ve como una organización o bien como una comunidad de comunidades, pero que son  entre sí comunidades fraternas. 

En el fondo, decimos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo en el que todos estamos incorporados. ¿Pero cuál es la eclesiología…? Hasta el Concilio, había dos aspectos frente a la eclesiología: por una parte, la Iglesia como misterio; dogmáticamente la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo total. Y en cuanto a su estructura jurídica, se hablaba de la Iglesia como magisterio, como jerarquía y el pueblo; la Iglesia enseña, es la Iglesia docente, y la Iglesia discente, la Iglesia que es enseñada…

El P. Kentenich pregunta cuál es el cambio que trae el Concilio… Una visión nueva. La Iglesia es, en primer lugar, el Pueblo de Dios.  El Cuerpo Místico de Cristo es una imagen dogmática. Bíblicamente, es el Pueblo de Dios, pero pueblo no en el sentido sociológico de la palabra sino en el sentido bíblico de la palabra, del pueblo de Israel, que no solamente son las clases populares.

Cuando viene la revisión del Concilio, a los 20 años después del Concilio, en el Sínodo de los Obispos, se habla de la nueva imagen eclesiológica y se dice que la Iglesia es misterio, porque proviene de la Trinidad; la Iglesia es comunnio, es una comunión; y la Iglesia es misión.

El Papa Juan Pablo II va a desarrollar lo que significa que la Iglesia es comunnio; la Iglesia como casa y escuela de fraternidad. Y habla del tema de la comunnio en la Iglesia, el tema de la fraternidad. Pero esto viene después de 20 años del Concilio. En el fondo es una eclesiología de comunión.

P. Rafael

¿Y cuál es nuestro aporte en este sentido?

P. Humberto

El P. Kentenich dice que lo que nosotros hemos vivido en Schoenstatt, en forma original, es una estructura, es una pedagogía, es una espiritualidad que quiere ser modelo para la Iglesia, para la CAU. La idea central es que nosotros hablamos de la nueva comunidad, del espíritu de familia. La nueva comunidad se estructura con un carácter de familia.

El P. Kentenich desarrolla este tema en el año 20 y dice que el hombre nuevo es libre para amar y por eso libre para vincularse. ¿Cómo educamos un hombre que sea capaz de vincularse en libertad y por amor…? El hombre nuevo en la nueva comunidad. ¿Cuál es lo específico del hombre nuevo…?

Es el hombre libre por amor. ¿Cuál es lo específico de la nueva comunidad…? ¿Cuál es lo específico, el modelo de la nueva comunidad? El modelo original, la fuente de la nueva comunidad es la Santísima Trinidad, que es una comunidad de personas, que es una familia.

¿Cuál es modelo bíblico de la nueva comunidad…? Es la Sagrada Familia de Nazaret. ¿Cuál es el modelo eclesial de la nueva comunidad…?  Es la familia unida por el sacramento del matrimonio.

¿Cuál es lo propio de esa familia…? Es una familia en la cual existen miembros que son todos distintos, todos son originales; que hay un principio parental: padre, madre e hijos; y un principio fraternal, hijos que son hermanos entre sí. ¿Cómo se aplica este modelo de familia no solamente a la familia natural sino como modelo para una comunidad, modelo para una sociedad y modelo para la Iglesia…? 

En cuanto a la terminología; los jesuitas, por ejemplo, tienen un concepto sociológico de la palabra familia. ¿Qué es una familia?  Son los padres con los hijos, pero sociológicamente hablando. Por eso, una comunidad de adultos no puede ser familia… llámese como se quiera, pero no es familia. Por lo tanto, no se debe hablar de crear una Iglesia-familia, de una sociedad-familia, de comunidad-familia…

La familia es padre, madre e hijos, sea monoparental, u otros distintos modelos de familia, pero siempre la familia como uno o dos adultos, con uno o más menores de edad a su cargo… En términos sociológicos, no mezclemos ni usemos la palabra familia para lo que no es familia… Por eso, muchas veces, cuando se trataba el tema de la pastoral familiar, se decía que eso era un intimismo…, pero la Iglesia es misionera… Y decir que la Iglesia era familia misionera, no cuajaba… Recién ahora, poco a poco, se ha ido aceptando esto.

En ese sentido, el P. Kentenich dice que si Schoenstatt quiere ser modelo para la CAU, es porque la CAU también tiene que llegar a ser familia, donde tienen que actuar los mismos principios. Todo apostolado, en último término, depende de la jerarquía. Y por eso, el principio paternal será siempre el Papa. Pero dentro de ello, existe todo el derecho de los distintos carismas, pero buscando la unidad de los carismas y la coordinación de los carismas; hay todo el derecho para los distintos carismas, pero tienen que coordinarse en la acción apostólica.

En ese sentido, es lo que el P. Kentenich buscaba con el Jardín de María, que es una forma original histórica, cuyo espíritu, lo propio, es una unidad de los miembros entre sí. No solamente hacia arriba, con la Santísima Virgen, la unidad con la cabeza, sino de los hermanos entre sí.

Por eso la promesa que hace al Papa Pablo VI, cuando le entrega el cáliz. El Cuarto Hito no solamente significa la rehabilitación del padre fundador por la Iglesia, que es lo que siempre se acentúa: El 22 de octubre, el Papa libera al P. Kentenich de los decretos, y el 22 de diciembre, el Padre fundador es rehabilitado, porque el Papa lo recibe… Pero, en ese encuentro con el Papa, el P. Kentenich hace un regalo y una promesa de futuro al Papa. Le regala el cáliz, que viene lleno por los catorce años de sufrimientos ofrecidos por la Iglesia; y la promesa es que Schoenstatt hará todo lo posible por ayudar a que en la Iglesia se realice el espíritu del Concilio Vaticano II.

Después lo externaliza en la promesa a los obispos, primero a Mons. Joseph Höffner y después a los demás Obispos: la promesa es que Schoenstatt se preocupará de que, en cada diócesis, el Obispo sea visto como el padre de la diócesis. No solamente el Papa. Si queremos que la Iglesia sea una Iglesia familia, tenemos que tomar conciencia que, en cada diócesis, el principio paterno sea el Obispo que encabeza esa diócesis.

Aquí está, a mi juicio, la conexión. ¿Cómo se construye una familia…? ¿Con qué espiritualidad, con qué principios, con qué visión…?  Por ley se puede determinar jurídicamente lo que es una familia, pero el espíritu de familia no se construye por ley, se construye en la vida. ¿Pero cuáles son las corrientes de vida, los principios de vida, lo que hay que acentuar vitalmente para que tal comunidad tenga espíritu de familia, para que se pueda unir como familia…?

Por eso, el P. Kentenich dice que lo que el 20 de Enero nos regala como culminación, es el organismo de los vínculos aplicado concretamente a una familia plural que es Schoenstatt. Ahora tenemos que entregar esto a la Iglesia.

Por eso, no queremos que la CAU sea una Iglesia dentro de la Iglesia, sino una confederación que depende de la jerarquía; y dentro de esa coordinación, la CAU libremente quiere ayudar a los movimientos a coordinarse en el apostolado…

Y ¿cómo se realiza esto en la práctica…? Ahora, en la práctica, a todos los niveles, se está produciendo esa coordinación: a nivel superior, a nivel de los movimientos laicales. En todas partes, a distintos niveles, es evidente que se da estos intentos de coordinación. Así, cuando se habla del camino sinodal, la sinergia de la fuerza apostólica… todo esto es el espíritu de  la CAU.

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