Un café con el Padre Kentenich, en el Santuario de Achumani - Bolivia)

El anhelo de contar con un espacio que acoge al peregrino en el Santuario de Schoenstatt en Achumani,La Paz, Bolivia, para cobijar como nuestro Padre nos ha enseñado; donde podamos "mostrar" su legado y tener la oportunidad de conocerlo más, leerlo y, ojalá en el futuro, hacer de éste una verdadera librería, nos ha motivado a emprender un camino que si bien al principio pensábamos que podría ser pedregoso, ha resultado ser una caminata fascinante. Teníamos la certeza de que un Café del Padre era una necesidad, pero no sabíamos si se podía implementar con sólo la buena voluntad y resultó que todo este camino que parecía largo y difícil, se asfaltó, fue expedito y ligero como el de aquel que se sabe bien acompañado. El paisaje que nos envolvía era lindísimo: tener la posibilidad de admirar la generosidad y predisposición de tanta gente que se sumó al proyecto por amor a nuestro Padre, nos ha emocionado cada vez más...

| Ana María Alipaz (Bolivia) Ana María Alipaz (Bolivia)

 

El anhelo de contar con un espacio que acoge al peregrino en el Santuario de Schoenstatt en Achumani, La Paz, Bolivia, para cobijar como nuestro Padre nos ha enseñado; donde podamos "mostrar" su legado y tener la oportunidad de conocerlo más, leerlo y, ojalá en el futuro, hacer de éste una verdadera librería, nos ha motivado a emprender un camino que si bien al principio pensábamos que podría ser pedregoso, ha resultado ser una caminata fascinante.

Teníamos la certeza de que un Café del Padre era una necesidad, pero no sabíamos si se podía implementar con sólo la buena voluntad y resultó que todo este camino que parecía largo y difícil, se asfaltó, fue expedito y ligero como el de aquel que se sabe bien acompañado. El paisaje que nos envolvía era lindísimo: tener la posibilidad de admirar la generosidad y predisposición de tanta gente que se sumó al proyecto por amor a nuestro Padre, nos ha emocionado cada vez más.

Así fue que un día de Alianza, decididamente y conscientes de la pronta entronización de su estatua, inauguramos el Café del Padre. Ese 18 en el que renovamos nuestra Alianza con la MTA y los sucesivos 18 desde mayo, y ojalá todos los próximos que vengan, nuestro Padre JK se hace presente y nos acoge en su Café, con sus pensamientos impresos, con videos, con maravillosos “kuchen” que donan las comodatarias del Café, y con un abrazo fraternal al sabernos unidos en la misión.

El Café del Padre cuenta con muchas personas que directa o indirectamente han puesto sus granos de café: arrancamos con el generoso aporte de una schoenstatiana de la generación fundadora de Bolivia que reside en Estados Unidos. Contamos con el valioso tiempo de mujeres enamoradas de la misión del P. Kentenich de diferentes ramas y de todas las edades: las comodatarias; también las colaboradoras, que se ponen al pie del cañón cuando se las necesita, y obviamente algunos hombres comprometidos han hecho posible que este proyecto se haga realidad dando a conocer a nuestro Fundador. Inmediatamente, y para sorpresa nuestra, se hizo patente la buena acogida del schoenstatiano que se vincula al Santuario, del peregrino que acude a él como fuente de gracias, incluso del que desconoce que pisa tierra santa y allí se siente bien. El Café del Padre es un servicio, cubre una necesidad, y como una resultante creadora empezamos a generar ingresos que ni soñábamos para la futura librería en beneficio de la comunidad y especialmente para la Familia de Schoenstatt, pues sabemos que el Padre nos ayuda. Que por su causa, y ojalá que para gloria de Ella, este apostolado dé mayores frutos.

Ana María Alípaz

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